Por Barbireando
Toledo es de esas ciudades tan cercanas a Madrid que siempre que vuelvo me quedo con las ganas de más y más. Y en esta última escapada me ha sabido a poco, porque como buena buscadora de experiencias que soy, he encontrado la que andaba buscando… Un experiencia perfecta, en la que he podido disfrutar de todos los puntos claves que tanto me gustan y que hacen que se convierta en un momento WOW que será único e imborrable de mi memoria por los siglos de los siglos… ¡Amen!. Redoble de tambor… Mi experiencia fue organizada y desarrollada por el Grupo Adolfo.
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Un relato digno de contar y compartir para que podáis ir tomando nota:
Todo comienza en la Plaza de Zocodover donde me espera una habitación. En pleno corazón de Toledo se levanta el “Hotel Boutique Adolfo”. Una habitación de ensueño en un edificio histórico (de los que me gustan), con mucho que contar y cuidado hasta el mínimo detalle. Lo mejor es poder abrir la ventana y ver el centro neurálgico de Toledo, la plaza de Zocodover, el alma y vértebra de esta ciudad tan llena de rincones.
Después de perderme en un baño maravilloso y de acicalarme, me mandan las coordenadas y me esperan en el Restaurante Adolfo. Me pierdo por la Calle Comercio entre adoquines y luces maravillosas que me hacen pensar en ese Toledo de antes. Ese Toledo tan lleno de culturas que hace que te enamores de su Sky Line. Me espera Veronica la directora y con todo lujo de detalles me explican cada rincón del restaurante, que es una antiguo palacio restaurado que mantiene un artesonado en el techo que quita el sentido. Y yo con la boca abierta sin saber qué decir ante tan impactantes imágenes.
Y si esto fuera poco, me dicen que vamos a descubrir una sorpresa. Salimos a la calle y empezamos a pasear por calles más estrechas que nos llevan a una puerta que el somelier abre y allí me quedo plantada. Cuando bajamos unas escaleras descubro la bodega del restaurante que está ubicada en un edifico del siglo IX. Solo puedo dejarme mimar por este espacio lleno de experiencia y abundancia donde conviven vinos de todo el mundo con los suyos propios de su cosecha… Y allí brindamos por esa noche tan mágica.
Bebiéndome la historia a cada sorbo y con mis oídos llenos de relatos sobre un trabajo familiar donde la pasión y el alma están puestos al servicio al Cliente.
Y de nuevo, como por arte de magia, nos sentamos en ese espacio que es el restaurante para disfrutar de una experiencia gastronómica de las manos del Chef Adolfo y su equipo. Aquí, respeto a las materias primas, la tradición de la cocina española y la pasión en cada detalle son sus mayores prioridades. Todo armonizado con vino de su propia bodega hacen que los sabores se potencien en cada manjar que disfrutas con los sentidos.
Noches que se quedarán grabadas en mi paladar y en cada uno de mis sentidos. Noches de conversaciones infinitas donde una mesa redonda da lugar a una velada auténtica.
Despertarte en esa plaza a la mañana siguiente y darte cuenta que no ha sido un sueño, que es verdad que ha pasado y sigue pasando es maravilloso. Terminamos visitando la finca que tienen en un Cigarral a las afueras de Toledo. Un vergel en toda regla donde los eventos se funden con los viñedos.
Gracias Grupo Adolfo por esta experiencia auténtica y excelente…
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