Barcelona explora la pasión de Picasso por el circo

Barcelona explora la pasión de Picasso por el circo

(PD / Agencias).- El Museo Picasso de Barcelona repasa en una exposición la pasión del artista malagueño por el mundo del circo a través de cerca de 300 obras entre pinturas, esculturas, dibujos, grabados y cerámicas y que sirve de colofón a la programación especial Picasso 2006 BCN.

‘Picasso y el circo’, que se podrá ver en el museo barcelonés desde mañana al 18 de febrero, reúne obras de museos y colecciones particulares en la más amplia exposición dedicada al pintor sobre esta temática y reflejan cómo el ambiente circense estuvo muy presente a lo largo de toda la trayectoria del pintor malagueño, llegando a forma parte sus figuras del imaginario colectivo.

Entre las piezas más destacadas de la exposición figuran ‘Familia de Arlequín‘, de 1909, los estudios para el ballet ‘Parade’, los retratos de su hijo Paulo como el arlequín ‘Pierrot’, las cerámicas, la colección de máscaras, el óleo ‘Pierrot’ de 1918, o ‘Barraca de feria’, la última adquisición del Picasso de Barcelona.

El hecho de poder contar con 44 pinturas, 142 dibujos, 19 cerámicas, 46 grabados, una escultura y 15 máscaras del artista, además de 20 fotografías, se debe a las «complicidades» que ha sabido alcanzar el Museo Picasso, según su ex directora y comisaria de la muestra, Maite Ocaña, quien destacó que incluye piezas que no se habían visto en público.

La pasión de Picasso por el mundo del circo ya surgió en su paso por Barcelona a finales del siglo XIX, pero es en su estancia en París donde es visitante frecuente de los circos ambulantes, en especial del Circo Medrano, en el que actuaban muchos artistas españoles.

Una de las comisarias de la exposición, Dominique Dupuis-Labbé, explicó que en esta primera etapa reflejaba «la vida cotidiana» del circo, con una ambientación en los arlequines y saltimbanquis muy próxima a la Commedia dell’Arte.

El arlequín, un ‘alter ego’

Dupuis-Labbé explicó que la fascinación de Picasso por el arlequín se debe a que ve en esta figura un «autorretrato», al verse como «un marginado y un iniciado al mismo tiempo», una atracción que luego sintió por el minotauro, que también veía como su ‘alter ego’.

Entre 1906 y 1908, la temática circense desaparece de la obra picassiana, para regresar con más fuerza en la elaboración de la escenografía del ballet ‘Paradè, en la que recrea la vida de una barraca de feria. A este trabajo, se le ha de sumar su vuelta al circo como «espectador» acompañando a su hijo Paulo.

En los años 20, el tema del arlequín y Pierrot adquiere fuerza de nuevo pero, durante la década siguiente la personalidad del minotauro los va desplazando lentamente. Dupuis-Labbé aseguró que Picasso «no tiene autorretratos literales», sino que de forma «enmascarada» lo hace con los arlequines y minotauros.

En sus últimas obras, el espectáculo circense adquiere una especial relevancia y el artista exorciza los numeros de circo de su juventud. La comisaria explicó que en estas obras Picasso «ya no es actor ni espectador», sino que «habla de sus recuerdos y de un circo fantasmagórico e ideal».

Identidad de payaso

En este periodo resurgen las amazonas y los payasos en un rico y variado ejercicio en el que desafía la inexorable fugacidad de la vida. En esta etapa, Picasso se deja fotografiar asumiendo la identidad de payaso, símbolo de la heroica y triste personalidad del artista, en imágenes tomadas por David Douglas Duncan, André Villers o Robert Capa.

Esta exposición, primera con Josep Serra al frente del centro, cierra la programación de exposiciones del Picasso 2006 BCN, tras las dedicadas a los dibujos del artista y las obras del Museo de Antibes.

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