Franck Sorbier rindió homenaje a Dolores Ibarruri y a otras 24 «Pasionarias»


La revolucionaria española Dolores Ibarruri inspiró al modisto Franck Sorbier su colección de lujo para la próxima temporada invernal, que hoy se convirtió en el primer desfile virtual de la alta costura francesa, presentado por internet y también en el Circo de Invierno.

Los invitados que acudieron a su cita con Sorbier pudieron contemplar en vivo dos modelos, de los 25 ideados por el artista, correspondientes a otras tantas mujeres «que podían ser ‘Pasionarias’ en medios científicos, artísticos políticos y otros», explicó a Efe.

Mujeres todas ellas que «cambiaron el mundo y la visión de ver las cosas», en opinión de este modisto que a junto con ellas quiso «rendir homenaje a todas las mujeres comprometidas».

La colección completa podía verse dibujada, sobre caballete, y también por internet, en una pantalla donde se proyectaban esos mismos dibujos en movimiento, sobre una pasarela virtual, a la que mañana podrá tener acceso todo aquel que lo desee y disponga de una conexión a la red.

Problemas presupuestarios imprevistos hasta hace dos meses, impidieron a Sorbier confeccionar todos sus modelos, pero no quiso dejar sin concretar el trabajo ya efectuado ni faltar a la cita que desde 1999 tiene con la alta costura francesa, de la que es miembro oficial desde 2005, lo que le llevó a optar por el desfile virtual.

Los dos conjuntos mostrados en vivo se hicieron «con cero euros», el bello impermeable multicolor, largo hasta el suelo, con el que ilustró su visión de Madre Teresa, porque fue construido con plásticos reciclados.

El vestido blanco sobre el que se portaba, creado a mano, por supuesto, con esmerada técnica, como el impecable traje pantalón y sombrero destinado a evocar la figura de George Sand, tampoco supuso un enorme coste, pues sus materias primas estaban ya en su taller o se las dieron sus amigos, comentó.

Tras dar un repaso a la indumentaria ideal inspirada en mujeres como Peggy Guggenheim, Camille Claudel, Golda Meir, Barbara, Joséphine Baker, La Malibran, Martha Graham, María Callas, Marie Curie, Lola Montez o Angela Davis, la colección de homenajes terminaba con Santa Rita, especialista de causas imposibles.

«Pero el personaje que definió desde el principio toda la colección fue Dolores Ibarruri, la «Pasionari», cuya silueta debía abrir el desfile con quince partisanos gritando ‘No Pasarán'», resaltó Sorbier.

Las otras pasarelas de la jornada ofrecieron visiones a menudo opuestas, cuando no complementarias, en todo caso muy diferentes, como las de Jean-Paul Gaultier y el modisto libanés Elie Saab.

El primero con mujeres aladas, con plumas o sin ellas, como pájaros, o con etéreas protuberancias, boleros jaulas o minicapas hechas de enredos de terciopelo, por ejemplo, que hacían más bien pensar en un insecto.

En tonos muy vivos, del rosa y el fucsia al verde manzana, con mucho negro y algunos marrones y estampados también poderosos, el lujo de Gaultier se mostró múltiple y diverso, según hubiese sido creado para el día, con cierta sobriedad, o para la noche y las ocasiones especiales, apto entonces, para todo tipo de desbordamientos estéticos, a menudo afortunados.

En abierto contraste con esta capacidad creativa que tanto gusta a las clientas de Gaultier, su colega libanés ocupó el Hotel Intercontinental Paris le Grand, antiguo «Gran Hotel», situado junto a la Opera Garnier, con un clasicismo de elegancia infalible y voluptuosa, no menos apreciado por sus clientas, también internacionales.

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