Alta costura, lujo discreto pero creatividad intacta en tiempos de crisis


Los desfiles de alta costura para el próximo invierno, que han terminado este jueves en París con, entre otras, la colección del español Josep Font, han presentado una moda refinada, en la que el lujo se hace discreto y la extravagancia se modera, pero no la creatividad.

Y no solamente los grandes nombres de las casas míticas. En las pasarelas de la alta costura se van afianzando cada vez más como los futuros grandes algunos de los jóvenes diseñadores invitados, como el brasileño Gustavo Lins o el portugués Felipe Oliveira Baptista, que destacan por su talento y su capacidad de innovar, y ello con medios mucho más modestos.

El último ejemplo de esa estirpe de nuevos modistas lo dio el jueves el desfile del españoJosep Font que, con una colección refinada y de perfecta factura, llena de referencias a la cultura y a la tradición españolas, se consagra, en su segunda participación en la alta costura, como digno sucesor del maestro Cristóbal Balenciaga.

El espíritu español sobre la pasarela
La iconografía religiosa española -las vírgenes y sus mantos y túnicas bordados-, los dibujos de la tradición alfarera, la vestimenta de las bailaoras flamencas, el Siglo de Oro y sus calzas y bombachos, son otras tantas fuentes de inspiración para Font, que mezcla alegremente todas esas referencias para crear modelos de sorprendente originalidad.

Vestidos largos con cola o cortos y vaporosos, shorts abombados que se lucen sobre medias bordadas de pedrería se suceden en la colección, cuyo despliegue de colores brillantes y bordados no impide apreciar el rigor del corte y la maestría en la construccion de volúmenes.

La víspera, otra demostración de que el relevo de los grandes está garantizado lo dio Alessandra Facchinetti en su primera colección de alta costura para Valentino como sucesora del fundador.

Relegando a un segundo plano el rojo emblemático de la casa, la diseñadora presentó una colección de vestidos cortos con volantes en el ruedo, o largos adornados en la espalda con hojas de organza, de tonos claros y engalanados con bordados delicados.

Más refinamiento, mayor sutileza
En general, en los cuatro días de desfiles, la impresión fue de una moda de gran refinamiento, virtuosa en la factura, pero sin lujos excesivos ni grandes extravagancias, sin duda por imperativos de venta en un contexto económico difícil al que no escapa ni siquiera este sector del lujo por excelencia.

Prueba de ello, la casa Franck Sorbier, confrontada a problemas financieros, se resignó a presentar su colección en un desfile virtual por internet, y mostró solamente dos modelos terminados.
La temporada fue «menos exuberante que de costumbre, más calma«, confirma el experto Donald Potard. Opinión compartida por Florence Müller, profesora del Instituto Francés de la Moda. Esa tendencia se constata incluso en la colección de Christian Dior, cuyo diseñador, John Galliano, moderó sus ímpetus en una colección que fue una lección de maestría y elegancia, pero mucho menos extravagante de lo que es habitual en él.

Y Dior «es un barómetro», recalca Müller, que estima que hay «una suerte de nuevo clasicismo» en el mundo de la moda. Los diseñadores «captan los aires actuales, el hecho de que las mujeres desean ropa que las haga bellas. Ha quedado atrás la búsqueda obsesiva de conceptos», afirma.

Reflejo de la sociedad
Potard considera asimismo que la los modistas «reflejan la época» y en su moda se traduce «el estado de la sociedad». Y estamos «en un periodo de morosidad total«.

Según Müller, «no se trata de una renuncia, sino, por el contrario, de un retorno a las fuentes del refinamiento y la elegancia«.

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