Los faraones enseñan sus vestidos en el Museo Textil de El Cairo

Las prendas que sobrevivieron durante miles de años en las tumbas, se exhiben ahora en una muestra sobre la evolución de los tejidos hasta el siglo XIX.

Los faraones enseñan sus vestidos en el Museo Textil de El Cairo
Faraones.

Las prendas de lino del Antiguo Egipto, que han sobrevivido durante miles de años en las tumbas de los faraones, se exhiben ahora en un museo recién inaugurado en El Cairo, que muestra la evolución de los tejidos hasta el siglo XIX.

Vestidos que protegen de los tórridos veranos del desierto, edredones y toallas, tejidos para las lámparas de aceite o cuerdas para los barcos son algunos de los tesoros que guarda el Museo Textil, en el barrio islámico de la capital egipcia.

La nueva oferta museística ofrece un recorrido por la historia de los tejidos en Egipto desde el periodo faraónico hasta el islámico, sin olvidar la influencia de los cristianos coptos.

PIEZAS
Las piezas más destacadas del museo son los tejidos faraónicos que «fueron muy importantes en la vida diaria y también en el comercio y en las transacciones», explica la profesora de Egiptología de la Universidad Americana de El Cairo, Salima Ikram.

La joya de la exposición es uno de los 145 taparrabos de lino, formado por dos piezas triangulares unidas por una cuerda, que fueron encontrados en la tumba del faraón niño Tutankamón (1343-1323 a.c.), que murió a los 19 años.

Los textiles tuvieron también un papel central en la preparación para la vida de ultratumba, pues Ikram señala que «a las momias se las envolvía en vendas de lino que, en muchos casos, no eran más que ropa vieja».

Las costumbres fueron cambiando a lo largo de la civilización faraónica, de tal modo que «en la XXI dinastía las mortajas eran adornadas con imágenes pintadas de Osiris pero más tarde mostraron al fallecido y a diferentes divinidades», agrega la arqueóloga.

IMPERIO ANTIGUO
Y en el Imperio Antiguo (2575-2150 a.C), Ikram cuenta que el cuerpo de los muertos no solo era vendado, sino que iniciaba el viaje ataviado con la ropa que había llevado en vida.

Pañales de bebé, encontrados en una tumba familiar del reinado de Hatshepsut (1473-1456 a.C.) en Luxor, la antigua Tebas, y un par de guantes elaborados a partir de piezas rectangulares de lino y que estaban colocadas en la momia de una mujer llamada Tau henet son otras reliquias que se exhiben en las vitrinas del museo.

El alto precio de muchos de estos tejidos hicieron que algunas prendas se heredaran, como en el caso de Tutmosis IV, en cuya tumba se encontraron telas grabadas con el nombre de su padre, Amenhotep II, y de su abuelo, Tutmosis III.

«La calidad del tejido y el uso del lino dependían de la clase social a la que se pertenecía», indica Ikram, que añade que el lino más fino y cercano a la gasa era exclusivo de los ricos mientras que el resto debía conformarse con los textiles peor acabados.

Además de guardar ropa y tejidos, las tumbas de localidades como Tebas y Al Minia conservaron en las inscripciones de sus muros la actividad de los talleres, «empresas privadas y comerciales» que se establecieron junto a los templos y los palacios.

«Las grandes familias tenían sus propios talleres, en los que hacían ropa para toda la familia y vendían los excedentes», explica la profesora de Egiptología.

LINO
El lino sin alegrías cromáticas reinó entre los habitantes del Antiguo Egipto que, cuando rara vez decidían pintarlo, usaban «colorantes producidos de forma natural con materiales de plantas», según Ikram.

El algodón empezó a emplearse en el siglo I d.C. y en el período ptolemaico (325 a.C.-30 a.C.) los egipcios descubrieron la seda.

Antes de la invasión árabe, en el siglo VII d.C., los cristianos, mayoría en Egipto en aquel entonces, marcaron las tendencias de moda que el museo cuenta a través de túnicas infantiles y de sacerdotes con coloridas representaciones religiosas, que desaparecen en el periodo islámico.

La prohibición musulmana de representar a sus figuras religiosas llena los tejidos de lino y seda de representaciones caligráficas con el nombre del profeta Mahoma, frases extraídas del Corán o ruegos por el éxito de los gobernantes.

El museo muestra una alta costura que nada tiene que envidiar a la de los mejores modistos actuales y es el reflejo de la importante industria textil egipcia que, pese a la fuerte competencia de China, produce actualmente entre el 25 y el 30 por ciento del algodón del mundo.

 

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