Seguro que todos recordáis la escena de la película El Diario de Bridget Jones en la que la protagonista, después de haber sufrido un desengaño amoroso, se atrinchera en el sofá, con su manta, la tele y empieza a devorar helados de un kilo como si no hubiera un mañana.
¿Quién no se ha pegado un atracón a chocolate después de un disgusto? ¿O quién no se ha pegado un atracón a chuches ‘porque se lo merece’, porque ha tenido un día muy duro?
Es difícil no caer de vez en cuando en este tipo de comportamientos -a no ser que tengas la fuerza de voluntad de un Marine de Estados Unidos- .El problema viene cuando tenemos estos comportamientos de manera recurrente.
Es obvio que si comes de manera descontrolada, engordarás, y tu salud empeorará, pero no hay que dejar de lado el componente emocional. Muchas personas no son conscientes de la importancia de ir a la emoción raíz que nos provoca estos comportamientos voluntarios y que desencadena una serie de reacciones corporales internas de manera involuntaria.
Los atracones de chocolate suelen estar asociados a cuestiones emocionales.
FIRMA:Andrés Franco Riquelme (Con licencia CC BY-NC 2.0).
Citemos un ejemplo. Cuando nacemos, somos una especie que depende absolutamente de un adulto para sobrevivir -fundamentalmente para alimentarse-. Si un bebé está solo, se desarrolla un mecanismo de defensa a nivel hormonal para la supervivencia.
Traducido a la edad adulta, sería lo siguiente. La sensación de estar solo -sólo con sentirlo basta-, produce un derrumbamiento a nivel corporal y anímico -relacionado con el hecho de la supervivencia- que hace que nuestra función renal trabaje, para retener el máximo de agua en nuestro organismo. Se trata de una función positiva, porque el cerebro cree que nos vamos a deshidratar y obliga al riñón a retener líquidos.
Lo mismo pasa cuando no comemos. Muchas personas que siguen una dieta alimenticia para adelgazar se saltan comidas, pensando que así adelgazarán más y lo que se consigue es el efecto contrario. El cerebro se da cuenta de que no estamos introduciendo alimentos y empieza a poner en marcha su programa de reserva de alimentos para aguantar el mayor tiempo posible y esto lleva a acumular grasas.
Ya sabemos alguna de las causas, pero ¿qué podemos hacer para solucionar el problema?
- Darse cuenta de lo que estamos sintiendo. Para ello, dejar que aparezca el sentimiento y preguntarse, ¿qué me quiere decir este sentimiento? Porque los sentimientos siempre aparecen para ayudarnos y hay que encontrar el para qué de ese sentimiento.
- Plantearse unos interrogantes:
– ¿Soy de esas personas que sienten que tienen que ser fuertes, que son el pilar de su entorno, que tienen que resistir a todo?
– ¿Soy una persona que está siempre al servicio de los otros?
– ¿Estoy desbordado?¿No llego a todo y nadie me ayuda?
– ¿Soy una persona que almaceno en exceso?
– ¿Soy una persona que sonríe como mecanismo de defensa para que me acepten, para ser querida?Estas preguntas encierran, en realidad las siguientes:
– ¿Qué sentido metafórico tiene para mi acumular la grasa o el líquido en mi cuerpo?
– ¿Por qué no dejo fluir la energía y las emociones?
– ¿He sido visto por mis padres en mi infancia?
– ¿Estoy alimentando mi falta de amor con la comida?
Comer también está asociado a momentos placenteros y de diversión.
FIRMA: Sólo J (Con licencia CC BY-NC 2.0).
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