Fujimori, el prófugo ex presidente del Perú, anuncia su regreso al país andino desde su refugio en Japón. Es más, acaban de darle en el consulado peruano en Tokio su nuevo pasaporte y anteriormente el respectivo D.N.I.
Pero, ¿qué pasa? ¿No es que ya no era peruano al momento de que se pidiese su extradición?¿porqué las autoridades peruanas no hacen nada al respecto?
«El Chino», tal como le llamaban popularmente, sigue riendose del gobierno peruano. Y es que mientras unos días afirma ser japonés y no saber nada del Perú para evitar su extradición y evitar ser juzgado por crímenes de lesa humanidad; otro día se aferra a la nacionalidad peruana para anunciar su regreso y con ello su hipotética participación en las elecciones generales del próximo año.
Parece un sin sentido a estas alturas. Lo cierto es que en Perú le esperan causas pendientes con la justicia mientras su más fiel aliado y hoy archienemigo, el siniestro Vladimiro Montesinos, purga cárcel y mil y un condenas y avisa de que tirará de la manta cuando regrese su otrora amigo.
Una cosa que hay que resaltar y ya resulta increíble es que Alberto Kenya Fujimori tiene aceptación en Perú y las recientes encuestas le dan un favorable veinte por ciento en preferencias al sillón presidencial.
Es curioso, pero en mi anterior estada en Lima a comienzos de junio del presente año, consultando con la gente, la gran mayoría me comentaba que votaría por «El Chino» porque de entre todos era el menos malo y sí había cumplido con muchas promesas que hizo tales como acabar con el rerrorismo y realizar obras.
Hoy en día Lima es una de las ciudades más inseguras del mundo. Día sí, día no, ocurre un «secuestro express» o «al paso» como le llaman también. Ello no es óbice para resaltar también que el Perú, a pesar de la delincuencia – que la hay en cualquier ciudad del mundo- es uno de los lugares más interesantes para visitar.
Pronto, así parece o puede ser un farol, lo va a visitar su ex presidente, aunque no se sabe, a ciencia cierta, si la visita terminará en la cárcel.
