(Paul Monzón).-En algún lugar de la ciudad de Guayaquil, Ecuador, hay un hogar en el cual los enfermos terminales sin recursos pueden vivir sus últimos días con dignidad y humanamente. Por ejemplo,¿qué haría usted si supiera que tiene una enfermedad incurable y que inevitablemente va a morir y no tuviera un lugar en el cual ser atendido por falta de recursos económicos?. Estas interrogantes nos la responde Margarita Arosemena, Directora de la «Casa del Hombre doliente» una Fundación que brinda atención médica y cobijo a todo aquel enfermo crónico y terminal que así lo requiera.