Durantee estas fiestas, populares en Cataluña, los os toros habitualmente se quedan ciego o sufren graves daños oculares, por la caída de las cenizas candentes en sus ojos
En las comarcas del Ebro, los correbous no solo aportan diversión como elemento insustituible en más de 40 fiestas organizadas por 24 municipios. A menudo comportan también denuncias administrativas de las protectoras de animales contra los ayuntamientos.
El año pasado se presentaron nueve recursos ante la delegación del Gobierno catalán por presunto maltrato a los toros.
Aunque los casos son archivados sistemáticamente, su tramitación recuerda a los organizadores de correbous que sus detractores les marcan.
Una presión que sienten cercana y que subyace en el interés por obtener un apoyo legal que blinde estas celebraciones taurinas de las continuas embestidas.
LA DOBLE VARA DE MEDIR
Eso es lo que pretende la proposición de ley que hace tres semanas presentó CiU en el Parlament, para «garantizar los derechos, los intereses y la seguridad del público, a la vez que la protección de los animales», según su redactado.
«Los bous no son un espectáculo como las corridas, sino un juego entre el animal y el hombre», afirma el diputado convergente Francesc Sancho.
En las tierras del Ebro son tradicionales cinco modalidades: en la plaza, en la calle, ensogado o capllaçat, de fuego o embolat y de exhibición de habilidades. En las dos primeras, se deja libre el toro en el recinto pertinente y los jóvenes provocan sus embestidas e intentan esquivarlas.
En poblaciones como L’Ampolla y Les Cases d’Alcanar el recorrido se desarrolla en el puerto marítimo, en cuyas aguas caen continuamente mozos y bous. Esa variante específica, junto con las modalidades de capllaçats y embolats, son las más perseguidas por las protectoras.
BOLAS DE FUEGO
La primera de estas últimas consiste en soltar el toro por las calles con los cuernos atados a una cuerda que los mozos estiran para controlar la carrera del animal. En el embolat, se instala una estructura metálica en los cuernos con dos bolas de fuego en la parte superior.
Desde el 2004 los organizadores adoptan voluntariamente un Manual de Buenas Prácticas que incluye, al finalizar el festejo, una revisión veterinaria.
«Sus informes fundamentan el archivo de las denuncias», explica el delegado del Govern en las Terres de l’Ebre, Lluís Salvadó. «Es una aberración decir que hay maltrato, como lo sería decir que se maltrata a los caracoles en Lérida», asegura Miquel Ferré, presidente de la Agrupació de Penyes de les Terres de l’Ebre.
La exclusión de los correbous de la ILP y la proposición de ley de CiU reafirman a los sectores taurinos en su convencimiento de que en Cataluña se persiguen las corridas por ser símbolo de la españolidad.
Como los correbous son de ellos y tocarlos soliviantaría a los votantes de las comarcas del Ebro, se dejan en paz. Menuda cara.