Se está llevando a cabo una política anti-gamberrismo en colaboración con la oficina central de información turística de Londres
Son jóvenes que rondan los veinte años, extranjeros en su mayoría y con una importante concentración de alcohol en sangre. El fenómeno de ‘los precipitados’ se repite año tras año en Baleares con consecuencias fatales.
Cuenta C. Arrieta en El Mundo que, en lo que llevamos de verano en las Islas Baleares son ya al menos 30 los jóvenes que se han ‘caído’ desde balcones de alojamientos turísticos.
Cuatro de los que han caído han perdido la vida y los médicos luchan ahora en Son Dureta para que un joven que se cayó el domingo en Ibiza no aumente esta trágica estadística.
Apartamentos turísticos y hoteles, sobre todo de las zonas de Magalluf, Palmanova, El Arenal y Alcudia en la isla de Mallorca y Platja d’en Bossa en la isla de Ibiza son los más afectados por el nuevo deporte temerario que turistas alemanes e ingleses, sobre todo (aunque tampoco se libran los españoles, sobre todo jóvenes de viajes de estudios) han venido a llamar el ‘balconing’.
Básicamente se trata de pasar de un apartamento a otro o de saltar de habitación en habitación a través de los balcones.
También los hay que tratan de utilizar la terraza como trampolín a la piscina del hotel sin calcular el peligro que la euforia y la falta de reflejos provocadas por el alcohol y las drogas consumidos durante una noche de fiesta implican.
El resultado suele ser un joven precipitado en la calle o en el patio del hotel con politraumatismos que pueden ir desde una pierna o un brazo roto hasta, literalmente, abrirse la cabeza, como ha sido el último caso que se produjo el domingo por la tarde en Ibiza.
Se ignora cuántos de estos incidentes tienen que ver con la ingesta de alcohol o estupefacientes, pero deben de ser bastantes.
Las asociaciones hoteleras aseguran que el problema, al menos a nivel legal está solucionado «los tour-operadores son muy estrictos en este punto y todos los hoteles han adaptado las medidas de seguridad, tales como las barandillas de los balcones, a la legislación vigente«.
«Se está llevando a cabo una política anti-gamberrismo en colaboración con la oficina central de información turística de Londres y no se permiten ciertos comportamientos. De hecho, les echamos a la calle y lo ingleses nos aplauden por ello».
Y es que para los establecimientos hoteleros de zonas como Magalluf no les interesa este tipo de publicidad:
«Estamos tratando de limpiar nuestro nombre y lo vamos consiguiendo, la política del ‘todo vale’ ya no funciona».