Seguro que surgen decenas, cientos e incluso miles de internautas que están en desacuerdo o consideran ofensivo que una playa concreta no haya sido incluida
Elegir diez playas en un litoral con más de 600 banderas azules no es tarea fácil, pero Alicia Arranz le ha echado valor y nos facilita su lista en ABC.
Seguro que surgen decenas, cientos e incluso miles de internautas que están en desacuerdo o consideran ofensivo que una playa concreta no haya sido incluida.
A pesar de eso y conscientes de que despertará un enconado debate, reproducimos la lista:
1. Playa de Rodas. Esta bella playa de la Isla Norte de las Cíes representa a la perfección el ideal de la exuberante costa atlántica, con una extensión de unos 300 metros de arena blanca y el mar azul intenso a sus pies. Es tan icónica que rara vez falta en los rankings de mejores playas del mundo de prestigiosas publicaciones como «The Guardian». Sólo se puede llegar en barco y con limitaciones ya que al pertenecer al Parque Nacional-Marítimo de las Islas Atlánticas el acceso durante los meses de verano está restringido a un máximo de 2.200 personas al día. Apodadas por Ptolomeo como las «Islas de los Dioses», las Cíes constituyen un paraíso natural en Galicia. Por eso se las conoce también como el Caribe gallego.
2. Caños de Meca. Cádiz es sinónimo de hermosas playas de arena suavísima. Pero es concretamente entre Conil de la Frontera y Tarifa donde se concentran los arenales más deseados. En el municipio de Barbate, Caños de Meca es una de las más famosas. En sus seis kilómetros de costa se puede estar perfectamente sin agobios, aun en los días de mayor afluencia de bañistas.
3. Barayo. Entre dunas y marismas, en un entorno de gran valor paisajístico desemboca el río Barayo, que precede a la preciosa playa a la que da nombre. El occidente de Asturias tiene aquí uno de sus arenales mejor preservados, abierto completamente a las olas batidas del Cantábrico, pero protegido por el abrazo de suaves colinas alfombradas.
4. Mararella y Macarelleta. Este par de playas menorquinas acumulan razones de sobra para figurar a la cabeza de toda selección que se precie. Con sus aguas turquesas y sus coquetas medias lunas de arena blanca, ambas son un caramelo demasiado atractivo como para poder resistirse, así que la masificación está garantizada durante la temporada alta.
5. Dunas de Maspalomas. Este complejo dunar, en la punta sur de Gran Canaria, es algo único. Su fascinante ecosistema sostiene una batalla contra el avasallamiento inmobiliario derivado del desarrollo turístico, desde que fue catalogada Reserva Natural Especial. Junto al faro hay una zona provista de hamacas de alquiler. Y caminando un poco más desaparece cualquier rastro de intervención humana.
6. Los muertos. Uno de los grandes tesoros del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar es la playa de Los Muertos, en Almería. Agazapada detrás de una inmensa montaña negra, su arena blanca aparece como una surrealista transición hacia el estallido de azules que el Mediterráneo se reserva para este rincón. Solitaria casi siempre, la playa estrella del pueblo de Carboneras es un paraíso por suerte protegido de la amenaza del ladrillo.
7. El Golfet. La cala del Golfet ha conservado un carácter rústico que la convierte en la viva estampa del mito de la belleza brutal de la Costa Brava. Se encuentra a los pies de un acantilado que por las tardes se tiñe de rojo, nombrando así al vecino Cap Roig. Desde Calella de Palafrugell hay apenas un kilómetro y medio hasta verse frente al profundo azul índigo del Mediterráneo en su vertiente gerundense.
8. Es Caragol. La mayoría de las playas de las postales mallorquinas se concentran en el extremo suroeste de la isla. La localidad de Santanyí acoge a un buen número de ellas. Para llegar a las mejores hay que andar unos veinte minutos, después de aparcar junto al faro del Cap de Ses Salines. La merecida recompensa llega con el paisaje de este paraje, que emana serenidad.
9. Playa Paragayo. Se erige como la playa más bonita de Lanzarote y una de las más apetecibles de Canarias. A un paso del Monumento Natural de Los Ajaches, esta sí es una belleza intacta que sorprende por el contraste entre el blanco de sus dos kilómetros de arena y la oscura densidad de las majestuosas formaciones rocosas de origen volcánico que la jalonan.
10. La Granadella.
Con su contorno delimitado por barrancos cubiertos de pinares y aguas color turquesa y esmeralda, es un emblema de la excelencia de la costa alicantina. Se puede aprovechar además de la comodidad de sus excelentes servicios públicos: hay pasarelas, hamacas de alquiler, zonas de sombra, chiringuitos, servicios y duchas.