Los responsables de la compañía mostraron un primer gesto de atención hacia ellos haciéndoles entrega de un vale de 5 euros para comprar comida y bebida
Algo tuvo que ver, quizá, que se celebraba en España el Día de los Inocentes. Anoche, pasadas las 23 horas, el vuelo FR5465, procedente del aeropuerto de Charleroi y operado por la compañía Ryanair, debía haber aterrizado en Barajas.
Sin embargo, a esa misma hora estaba tomando nuevamente tierra en el aeropuerto de partida. La pesadilla de cerca de 200 pasajeros ha finalizado este sábado 29 de diciembre de 2012, unas veinte horas después.
La difusa razón que el comandante del vuelo dio al pasaje para explicar el porqué el avión que debía haberlos dejado en la capital de España en hora había dado media vuelta a mitad de trayecto es que había detectado un pequeño fallo técnico en el avión.
Una vez en tierra, los pasajeros, que en todo momento mantuvieron tanto la calma como la corrección, no obtuvieron más explicación.
El vuelo quedaba cancelado porque eran las 23:15 horas y en el aeropuerto belga, operado casi en exclusiva por la aerolínea irlandesa Ryanair, no despegan aviones más tarde de las 23 horas.
Las opciones que la aerolínea dio a los pasajeros para pasar la noche fue la de que abonaran ellos el coste de una noche de hotel, con la promesa de que en un plazo indeterminado de tiempo se les reembolsarían las facturas de comida, taxis y alojamiento que enviaran a un número de fax.
A quienes no disponían ni de dinero ni de tarjeta de crédito se les abandonó a su suerte: política de empresa.
A la segunda, tampoco
Finalmente, el nuevo vuelo a Madrid quedó fijado para las 11 horas de este sábado 29 de diciembre de 2012, pero a los 10 minutos de haber embarcado el pasaje, y tras asegurar las azafatas que los técnicos pertinentes habían pasado la noche revisando el avión y que todo estaba en perfecto estado, el comandante de la nave volvía a hacer bajar a los pasajeros del avión.
Esta vez el fallo había sido humano: el sistema de grabación de datos de cabina, que había sido bajado del avión la noche anterior para descargar datos, no solo no había vuelto a ser colocado en su sitio sino que se había mandado a Barcelona, por lo que había que esperar a su regreso.
Fue cuando los pasajeros estuvieron de nuevo en tierra, pasadas 12 horas del inicio de su desventurado viaje, cuando los responsables de la compañía mostraron un primer gesto de atención hacia ellos haciéndoles entrega de un vale de 5 euros para comprar comida y bebida: en la cafetería del aeropuerto el bocadillo más barato costaba cuatro euros y una bebida, 2,60 euros.
La odisea de estos pasajeros finalizó pasadas las 16 horas de esta tarde, cuando por fin pudieron llegar al aeropuerto de Barajas y dejar atrás una especie de «secuestro», como denominaban muchos de ellos lo que acababan de sufrir, ‘secuestro‘ que sospechan quedará sin castigo alguno.
Indiferentes
Pese al buen talante con el que los afectados se tomaron todo lo sucedido, denuncian el trato recibido, así como «falta de respeto» e «indiferencia» por parte de la compañía.
Como muestra, dos ejemplos: falta de información sobre el problema real que ocasionó la cancelación inicial del vuelo; el hecho de que cuando ésta ya se conocía y los pasarejos habían sido devueltos a Charleroi en los monitores de Barajas aún aparecía el vuelo como si no hubiera sufrido problema alguno, para desesperación de familiares y amigos que esperaban la llegada.