Cuando ser racista ayuda a ganar votos

(Paul Monzón).- Suele suceder que meses, semanas, o días antes de unas elecciones algunos políticos- candidatos a lo que sea, desentierran el hacha de guerra y arremeten contra todo lo que suene a inmigrante. La cosa es infundir temor en el potencial elector para que asegure el voto hacia aquellos líderes que le “devolverán” lo que supuestamente unos miserables inmigrantes les han quitado.

“Nos roban, nos quitan la sanidad, las ayudas”… Sólo falta que digan que les quitan sus trabajos, o les birlan la novia. Y así van por el mundo contando chorradas que ni ellos mismos se las creen, pero que a base de contarlas mil veces ya parece una verdad suprema.

Llevo media vida en España y sólo he ido al médico (tras dos décadas de no acercarme ni para pedir una aspirina) por culpa de unos achaques que me dejaron fuera de circulación unos cuantos meses y de la cual gracias a Dios, a mi fuerza de voluntad y, por supuesto, a la sanidad española me pude recuperar 100 x100. Pero claro, uno ya no tiene veinte años y ahora es cuando llegan algunas que otras anomalía que se ensañan, de tanto en tanto, con uno.

Cuando he ido a una posta médica sólo he visto en la sala de espera a gente mayor que van en peregrinación por sus recetas. No he visto inmigrantes abarrotando los hospitales. Es cierto que los hay, pero son pocos. Bueno, creo que también tienen derecho a enfermarse y a ser tratados como cualquier ser humano. Porque son humanos. Y si han cotizado como cualquier hijo de vecino, tienen todo el derecho del mundo.

DONALD TRUMP

Últimamente ha irrumpido en los medios de comunicación el racista más bestia de todos: Donald Trump. Ha emprendido una especie de jauría contra los inmigrantes.

Broadcaster y multimillonario, Trump, quizá aburrido del dinero que le sale hasta por las orejas y de su mundano life style, se ha postulado para candidato a presidente de los Estados Unidos de América. Y claro, para los multimillonarios sibaritas no es lo mismo tener dinero que tener poder y reconocimiento. Ellos también quieren PODER y de paso, RECONOCIMIENTO.

Y falto de ideas al bueno de Trump sólo se le ocurre tirar por el lado de la inmigración para hacer ruido. Es una táctica más vieja que Matusalén: “Que hablen bien o mal, pero que hablen”.

Envalentonado y cual caballo desbocado ataca día sí, y otro también, a los inmigrantes tanto legales como indocumentados. La cosa es machacar y dar carnaza y titulares a la prensa.
Parece que disfruta haciendo leña de las desventuras económicas y sociales de los demás. Cree que eso le hará ganar votos. Sí, habrá gente –igual que él- que le votará. Y es que hay gusto para todo.

Pero que una persona como él hable de inmigrantes es para descojonarse. Estados Unidos es un país fruto de la inmigración. Los que tendrían que estar protestando por la inmigración que ocurrió hace unos siglos son los indios autóctonos de esta nación: Sioux, apaches, navajos, etc.

Bueno, los pobres indios ya no tienen la opción de decir “esta boca es mía” porque fueron casi exterminados por los “cara-pálidas” en nombre del progreso y bienestar anglosajón. A los descendientes de «Toro Sentado» hoy en día los encuentras amontonados en reservas, cual distracción turística.

Esta parte de la historia no la hemos visto por la tele, pero sí la versión distorsionada que cualquier hijo de vecino puede apreciar en las películas de Hollywood en las cuales los indios, presentados como harapientos y mugrosos, siempre eran los malos porque les daba la gana, y los vaqueros y «cara pálidas», los buenos.

Y aún así habla de inmigrantes el jeta de Donald Trump. ¡Joder, lo que hay que ver!

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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