Correlatos de un reportero de turismo

París: Recuerdos de mi primer viaje a la «Ciudad Luz»

Me encontraba en la biblioteca de la Alianza Francesa de Miraflores (Lima), cuando la portada de una revista francesa llamó mi atención. Era la foto de la Torre Eiffel. Su belleza y majestuosidad me dejó impresionado. Desde entonces, a pesar que solo tenía 14 años, juré viajar, sea como sea, a la Ville Lumiére.

París: Recuerdos de mi primer viaje a la "Ciudad Luz"
París Paul Monzón

La foto -líneas abajo- con el fondo de la famosa Torre Eiffel, es de mi primer viaje a París, ciudad que soñaba con visitar desde que era un adolescente. Y vivir, en el mejor de los casos, en una buhardilla con vistas a ese armatoste de hierro, construido exclusivamente para la Exposición Universal de París de 1889, obra del ingeniero francés Gustave Eiffel. La instantánea me la hizo mi gran amiga María del Carmen, de Galicia, entonces compañera de aventuras.

Dicen que es una putada que un sueño no se te cumpla. Yo siempre soñé llegar a París en tren disfrutando del paisaje y escuchando canciones del grupo ABBA. Y claro, una vez que arribara a la capital de Francia, mi intención era salir por la noche a cenar al restaurante «Jules Verne«, que es uno de los más exclusivos de la Ciudad Luz.

Y claro, puestos a soñar, en mi cabeza pasaba por darme un “señor homenaje”, no reparar en gastos y empezar con un «Canard á l`Orange» (Pato a la naranja), y después beber un «Chateau Petrus» 1947, tinto destinado a los elegidos jaja. Hoy en día la bendita botella no baja de los seis mil euros.

El autor con el fondo de la Torre Eiffel(1999)

Situado en el segundo piso de la Torre Eiffel, el restaurante lleva el nombre del célebre escritor francés, autor de libros inmortales como “De la Tierra a la Luna”, “La Isla Misteriosa”, ”Viaje al Centro de la Tierra”, etc, y sirvió de escenario en 1985 para rodar una secuencia de la película «Panorama para matar«, una más de la saga del famoso agente secreto, James Bond, encarnado en ese entonces por el actor británico Roger Moore.

Mayo de 1999

No llegué en tren a París, sino en avión. Y lo primero que hice, tras dejar el equipaje en el hotel, fue ir directo a la Torre Eiffel. La putada fue que el restaurante estaba cerrado. Jajaja.

Mary y yo terminamos comiendo bocadillos y un par de coca-colas en una brasserie de la zona de Trocadero. Jajaja. Pero ese traspié, no fue óbice para que al día siguiente nos diéramos un homenaje en un restaurante, del cual no recuerdo su nombre, pero cuya cuenta nos «valió un riñón».

Un día después, Jean François, entonces director comercial del «Lido de París», ese mítico cabaret que se enseñorea imponente en la Avenida de Los Campos Elíseos, a quien conocía de FITUR, Feria Internacional de Turismo que cada año se celebra en Madrid, nos regaló una cena -espectáculo en primera fila, que nos hizo sentir -por una noche- los «Reyes del Mambo». Y «aliviar» nuestros bolsillos.

Desde entonces he regresado a la Ciudad Luz como en diez ocasiones, o más. Creo que he perdido la cuenta.

Y cada vez que voy me pierdo entre sus calles para luego terminar sentado, y exhausto, en una banca del Jardín de las Tullerías, o frente a la Torre Eiffel. Ese momento me relaja, me hace comprender que todo el camino andado en mi vida ha valido la pena.

MADRID

Como Madrid no hay dos. Son tantos años viviendo en la capital de España, que puedo decir que aquí me siento como en casa. Será porque aquí uno no se siente forastero. Pero, de tanto en tanto, tengo la imperiosa necesidad de regresar a la Ville Lumiere. Si la economía lo permite, no dudo en viajar y perderme por la ciudad. Me ocurre un poco como a los personajes de la película «Casablanca», y pienso para mi que para bien o para mal “Siempre me quedará París…”

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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