Postales del mundo/ París, 1999

Postales del mundo/ París, 1999
Paul Monzón

La foto es de mi primer viaje a París, ciudad que, cuando era tan sólo un adolescente, soñaba con visitar, y vivir, en el mejor de los casos, en una buhardilla con vistas a la Torre Eiffel. La instantánea me la hizo mi gran amiga María del Carmen, de Galicia, entonces compañera de aventuras.

Dicen que es una putada que un sueño no se te cumpla. Yo siempre soñé llegar a París en tren disfrutando del paisaje y escuchando canciones del grupo ABBA. Y claro, tras arribar a la capital de Francia, mi intención era salir por la noche a cenar al restaurante «Jules Verne» que es uno de los más exclusivos de la Ciudad Luz.

Y claro, puestos a soñar, en mi cabeza pasaba por darme un «señor homenaje», no reparar en gastos y dar buena cuenta de un «Canard á l´Orange» (Pato a la naranja), y después beber un «Chateau Petrus» 1947, glorioso tinto destinado a los elegidos jajajaja. Hoy en día la bendita botella no baja de los seis mil euros.

Situado en el segundo piso de esa maravilla de la arquitectura que es la Torre Eiffel, el restaurante lleva el nombre del célebre escritor francés, autor de libros inmortales como «De la Tierra a la Luna» , «La Isla Misteriosa»,» Viaje al Centro de la Tierra», etc, y sirvió de escenario en 1985 para rodar una secuencia de la película «Panorama para matar», una más de la saga del famoso agente secreto, James Bond, encarnado en ese entonces por el actor británico Roger Moore.

Viajé en avión a París (el tren quedó en el sueño) y lo primero que hice tras llegar al hotel fue irme directo a la Torre Eiffel. La putada fue que el restaurante estaba cerrado. Jajajajaja

Mary y yo terminamos comiendo bocadillos y un par de coca-colas en una brasserie de la zona de Trocadero. Jajajajaja.

Desde entonces he regresado a la Ciudad Luz como en diez ocasiones o más, he perdido la cuenta.

Cada vez que voy me pierdo entre sus calles para luego terminar sentado, y exhausto, en una banca del Jardín de las Tullerias, o frente a la Torre Eiffel. Ese momento me relaja, me hace comprender que todo el camino andado en mi vida ha valido la pena.

MADRID

Son tantos años viviendo en Madrid y puedo decir que aquí me siento como en casa. Será porque en la capital de España nadie se siente extranjero. Pero de tanto en tanto tengo la imperiosa necesidad de regresar a la Ville Lumiere. Si la economía lo permite no dudo en viajar y perderme por la ciudad. Me ocurre un poco como a los personajes de la película «Casablanca», y me consuelo con que para bien o para mal «Siempre me quedará París…»

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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