Elecciones 20 D: El «Gazpacho electoral»

(Paul Monzón).- A mediados de los noventa, cuando trabajaba en una revista española de viajes y espectáculos, entonces muy de moda en Madrid,un día su director me dijo mientras caminábamos por el centro de Madrid: “Paul, te invito un gazpacho”. Yo no tenía ni puñetera idea qué era. Soy muy malo para recordar todo lo que se refiera a gastronomía y muy jodido para las comidas.

Entramos en un bar aledaño a la Gran Vía, mugriento a todo dar y con un olor a fritanga de esos que se te pegan en la ropa y no te lo quita ni el mismísimo Mr. Proper. El camarero, un tanto mal encarado, nos trae dos gazpachos. A simple vista parecían comestibles.

Tras beberme medio plato me puse morado. A los diez minutos devolví todo lo ingerido. Me pasé tres días muy jodido devolviendo cual volcán Vesubio sobre Pompeya. Nunca más he probado un gazpacho, ni de broma.

Dice la Wikipedia que el gazpacho es una sopa fría con ingredientes como el aceite de oliva, vinagre y hortalizas crudas: generalmente tomates, pepinos, pimientos, cebollas y ajo. Suele servirse fresco en los meses calurosos de verano. No lo dudo, pero el mío estaba infecto.

Y así se presenta este gazpacho electoral que se ha montado en torno a Pedro Sánchez, resucitado a última hora, cual Lázaro, cuando en Ferraz ya le daban por finiquitado. Y tanto así que puede llegar a ser investido presidente aunque el precio a pagar sea aliarse con una retahíla de partidos que le van a exigir lo que no está escrito, en especial los que quieren independizarse de España y “despedirse a la francesa”. El panorama para Sánchez es más peliagudo que para Rajoy.

Rajoy, que debió renunciar –tal como le recordó el líder del PSOE durante el debate a dos- cuando le estalló en la cara el “Caso Bárcenas “, lo tiene muy difícil, o imposible para formar gobierno. Salvo Ciudadanos, los demás partidos no lo pueden ni ver.

Se podría decir que Bárcenas es el gran triunfador de la noche, pues su mediático caso, unido a los múltiples casos de corrupción y una economía con brotes verdes sólo para algunos, ha provocado que la espantada del electorado vaya por muchas direcciones corriendo a los brazos de aquellos que han sabido pescar en río revuelto prometiendo el oro y el moro.

El “Caso Bárcenas”, en otro país europeo, incluida una gran superpotencia como EEUU, hubiera provocado ipso facto la renuncia de un pesidente. Pero en un país donde un tal “Chiquilicuatre” nos representa en Eurovisión, cualquier cosa era de esperarse. Aquí no renuncia ni el Tato.

El gazpacho electoral que se presenta con ingredientes variopintos como Podemos, IU, ERC,CATSI, DL, EAJ, PNV, EH y BILDU podría ser muy difícil de digerir. Tanto así que, en un Congreso que se perfila como una olla de grillos, provocaría la ingobernabilidad del país.

El PP y Ciudadanos no suman para hacer posible la investidura de Rajoy. Por tanto el líder popular lo tiene crudo para volver a ser presidente a menos que se alíe con Pedro Sánchez. No le queda otra.

Pero, siempre hay «peros», a los partidarios del PSOE esta alianza no les haría gracia. El partido socialista pasaría de ser oposición a ser copartícipe de un gobierno al cual las tres cuartas partes de la población española ha votado en contra. Esta alianza sería, a medio plazo, la ruina para los socialistas.Y es lo lógico: si alguien ha votado PSOE se dirá a si mismo: «Si he dado mi voto a Sánchez, ¿por qué diablos tengo que seguir viéndole el careto a Rajoy?»

A Ciudadanos parece que no se le tiene en cuenta ya, ni como compañero de viaje. Rivera cometió el gran error de principiante o de alguien que no está convencido de lo que quiere. Jamás, pero jamás, puedes decir a unos días de las elecciones, que su grupo parlamentario se abstendrá tanto en la investidura de Rajoy como en la del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.. Sus palabras fueron un claro reflejo de que se daba por perdedor, y lo que es peor, dio signos de que, tal como le criticaban, era una “marca blanca” del PP. Tampoco ayudó que Rajoy diera por buena una alianza con ellos antes de la noche electoral.

Rivera, no puedes hablar de perdedores con tanta anticipación cuando tú al final eres uno de ellos. Fue una falta de respeto, de novato.

Sentirse perdedor es como si un capitán en medio del combate le dijera a su pelotón que no sabe qué hacer. Eso jamás se puede decir, aunque no lo sepas. El resultado es que posiblemente te van a faltar el respeto. En el caso de Ciudadanos la consecuencia ha sido una fuga de votos. Y eso que a una semana del 20 D las encuestan le daban posibilidades de quedar segundos, o incluso dar la campanada.

Los que prometieron que darían la sorpresa en estas elecciones fueron los de UPYD. Y es verdad, dieron la sorpresa: desaparecieron del mapa electoral. No han sacado ni para el bocadillo.

IU pescó dos diputados. Y claro, dos es mejor que uno. Porque verse solo en medio de ese Circo romano que se va a montar en el Congreso es como para salir corriendo y pillar el primer vuelo a Tahití.

El panorama post-electoral se muestra incierto. Rajoy podría ser nuevamente presidente con ayuda del PSOE; Pedro Sánchez, llegaría a La Moncloa con ayuda de ese carga montón que pide jubilar ya a Mariano para enviarlo a casita a jugar a la petanca; o habrían nuevas elecciones. Esta última opción sería quizá lo más razonable por el bien del país.

A estas alturas creo que ni la Bruja Lola podrá adivinar el desenlace.

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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