El color de nuestras comidas les resulta sospechoso
Además de sol, playas, copas baratas, patrimonio cultural y vida nocturna, España ofrece gastronomía a los más de 80 millones de turistas que la visitan cada año.
A los extranjeros les encanta la paella, la tortilla de patata o el jamón serrano, pero hay otros platos típicos de la cocina española que no conocen y que, al descubrirlos, les llaman bastante la atención.
No solamente les resultan extraños, sino que no entienden cómo los españoles son capaces de comerlos.
En algunos casos, explicar a un turista en qué consisten tampoco resulta demasiado sencillo:
- Los percebes
Los percebes y casi cualquier otra clase de marisco. Lo que aquí representa un festín, en otras culturas es visto con el mismo asco que si nos vieran comer tarántulas. Es que, si los miramos con ojos desapasionados, la verdad es que los percebes son muy feos. - Morcillas
En casi cualquier población tienen su modo tradicional de elaborar morcillas, con variedad de ingredientes, pero hay algo que no falla: se hacen con sangre. A los extranjeros, el color negro de las morcillas les resulta sospechoso, pero si se deciden a probarlas, repiten, según recoge Excite hoy 23 de diciembre de 2016. - El bocadillo de calamares
Bueno, esto es más madrileño que la Puerta del Sol. El caso es que la idea de un bocadillo de calamares a la romana resulta rara incluso para los españoles que no son de Madrid, así que no es de extrañar que los extranjeros de verdad levanten las cejas, inquisitivos. Pero solo tienen que probarlo para rendirse convencidos. - Casquería
Callos, mondongo, madejas, tripas, menudos, oreja, manitas de cerdo y hasta cabezas de cordero. Todo lo que no sea un corte de carne de la que rodea los huesos resulta raro. Sin embargo, cuando se atreven a probarlo, caen rendidos ante las delicias de la casquería. Si es que comemos por los ojos. - Las calçotadas
Los calçots son cebollinos tiernos que se asan a la brasa y se toman con salsa romesco. Es un plato típico de Cataluña, donde se dice que los calçots son la excusa para la carne a la brasa de después.