«La política crea extraños compañeros de cama» Frase atribuida a Winston Churchill.
Lo que no sabía Churchill era que, con el paso de los años, los compañeros no serían extraños y en muchos, muchísimos casos; incluso del mismo sexo.
La política lleva implícita la mentira; podríamos decir sin temor a equivocarnos que la política es en sí misma una pura mentira. La hipocresía es el ropaje con el que se disfraza la política para hacer creer a los incautos que habla con la verdad. Pero es la mentira el verdadero ser de ella. ¿Cuántas mentiras han podido decir los políticos en los cuarenta años de democracia que llevamos recorridos? Mejor sería preguntarnos cuantas verdades son las que han salido de sus bocas, estas; al contrario que las mentiras imposibles de contabilizar, sí podrían ser contabilizadas pues son muy, muy pocas.
Las cintas de video han sido utilizadas como arma propagandística por la política y por los políticos. Unas veces para mostrar las bondades de su programa, de su partido, de su líder: Besos a tiernos y dulces niñitos, abrazos a ancianos, fuerte estrechamiento de manos a obreros, el panorama de un país que mana leche y miel, la felicidad total del pueblo si ese líder llega a gobernar un país que está sumido en la miseria por la mala gestión del presidente de turno. Otras cintas son para mostrar lo negro y siniestro que es el panorama actual y el del futuro si gana el contrario; un ejemplo clásico y que marcó historia fue el del dóberman que lanzó el PSOE.
El sexo no, el sexo hasta ahora, la verdad sea dicha, no había sido utilizado por la maquinaria política aquí en España. Muy al contrario de lo que sucede en los países anglosajones, en los que el sexo puede marcar a un partido o a un político, en España el sexo permanecía oculto en las mentiras, en las cintas de video y en las campañas. Pero hete aquí que todo llega incluso en política. Y ha tenido que ser Cataluña la que haya abierto la caja de Pandora del sexo en política.
Manuel Fraga acuñó en los tiempos en que era ministro de Turismo, allá por los años sesenta, una frase para promocionar este en España: «Spain is different». Desconozco si Don Manuel construyó esa frase en el pleno conocimiento de lo que decía. Lo cierto es que España es diferente en muchos aspectos de lo que caracteriza a otros países. Y, ¡como no! también lo es en la utilización del sexo en política. Mientras en Inglaterra o Estados Unidos el sexo se utiliza como arma arrojadiza para destrozar al contrario, para acorralarlo, para hacer aflorar sus más sórdidas peculiaridades ante la opinión pública, en España ha hecho su aparición para alabar las inclinaciones más ocultas de los políticos. En España se sale del armario y uno se convierte en el ser más generoso, leal, tolerante, inteligente y guapo del mundo. Es por eso, que el sexo ha entrado en campaña en Cataluña, pero no el sexo que podríamos llamar normal, clásico o heterosexual; ese no porque ese no vende y quien lo practica carece de todas las virtudes que el sexo practicado entre gente del mismo sexo aporta. Que un político varón en España diga en campaña que le gustan las mujeres o que una mujer política en campaña diga que le vuelven loca los hombres, nada aporta y puede que reste popularidad. ¡Pero amigo mío! el que una mujer política diga en campaña que es ambidextra, que va a pluma y a pelo o que un político varón afirme su homosexualidad es la repanocha, el summum de la perfección; la suma de todas las bondades sin mezcla de mal alguno y, naturalmente, va a aportar votos.
Mentiras y cintas de video eran habituales en las campañas políticas. Desde ahora el sexo entrará a formar parte de ellas aportando toda la sordidez y morbo que tanto gusta a los españoles. Si ya las campañas políticas son un reality show de lo más hortera, imagínense lo que serán a partir de la inclusión del sexo como posible elemento determinante en el resultado.
