1. Intenta entender lo que te espera
El ser humano tiende a tener miedo o desconfiar de lo desconocido. Por ello, cuanta más información puedas reunir antes de subirte al avión, mejor. Pide a amigos que viajen cotidianamente en avión que te relaten la experiencia. Entre otras cosas, puede contarte historias sobre turbulencias – uno de los principales miedos – que, obviamente, siempre acabaron con final feliz.
2. Comprende por qué volar es seguro
Las estadísticas están ahí. El avión pasa por ser el método de transporte más seguro. El miedo a volar suele venir derivado del hecho de saber que, por un lado, si hay un accidente, tenemos muy pocas posibilidades de contarlo, y, por otro, que no controlamos nosotros el aparato. Estas dos teorías se desmontan rápidamente: ni siquiera cuando conducimos nuestro coche tenemos pleno control de la situación (la mayoría de muertes vienen determinadas por la maniobra de otro vehículo) y el número de accidentes aéreos es ínfimo comparado con el número de vuelos anuales, según recoge skyscanner.
3. Planea bien tu viaje
Hoy en día existen muchísimas maneras de planear tu viaje. Meta-buscadores de vuelos, como Skyscanner, te ofrecerán decenas de alternativas para llegar del punto A al punto B. Distintos precios, distintos aviones, escalas, horarios, etc.
Esto te permite organizar el viaje de la manera que te haga sentir más seguro. En este caso es mejor tomar vuelos directos y en aviones del mayor tamaño posible. También quizá sea mejor elegir un vuelo nocturno y llegar cansado al avión para intentar dormir. Una buena experiencia aérea contribuirá a quitar el miedo a los aviones y, en consecuencia, el miedo a volar.
4. Elige bien tu asiento
Si tienes miedo a volar, lo peor que puedes hacer es elegir un asiento en la cola del avión. Los expertos coinciden en que son éstos los que mayor sensación de temblor transmiten al pasajero. En este sentido aconsejan sentarse lo más cerca posible de las alas, por ser la zona del avión con mayor estabilidad.
5. Imagínate que estás en un bus
¡Imaginación al poder! Si cierras los ojos, o te pones tu antifaz para conciliar el sueño, puedes imaginarte que te encuentras en un autobús viajando por carreteras que se extienden allá abajo, donde todo es bonito, terrenal y seguro.
6. Piensa en las cosas buenas que te esperan en destino
Interminables playas de arena blanca junto a mares de aguas cristalinas; cócteles de exóticos sabores; bosques, montañas, ríos y lagos por los que vagarás con tu mochila o bicicleta, cargando tu kayak con el que vivirás la emoción de sortear las aguas bravas, etc. Intenta dibujar en tu mente las bellas y evocadoras imágenes de las cosas que esperas de tus vacaciones.