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Confesiones de una azafata: Los trapos sucios sobre lo que ocurre realmente en las alturas

Confesiones de una azafata: Los trapos sucios sobre lo que ocurre realmente en las alturas
Una azafata. SK

1. Cacheo exhaustivo

Cuidado con cómo le hablas a una azafata: ser descortés te puede costar más que un simple comentario brusco. Una vez tuvimos la desgracia de llevar a bordo a un grupo de adolescentes insoportables que volvían de Ámsterdam. Eran tan maleducados que decidimos que su comportamiento con nosotros no podía quedar impune. Así que llamamos a aduanas y les dijimos que sospechábamos que llevaban drogas. ¡Espero que un buen cacheo por parte de los agentes los pusiera en su sitio!

2. Sexo a bordo

A lo mejor crees que te están vigilando con un radar cuando pretendes escabullirte con tu pareja para una sesión amorosa a kilómetros de altitud, pero las azafatas se saben todos los trucos que los amantes utilizan (al fin y al cabo, ¡muchos de nosotros lo hemos intentado!). En un vuelo detectamos que una pareja se dirigía con sigilo al lavabo para un poco de acción, así que nos plantamos en la puerta a cuchichear y a esperar que la pareja saliera para felicitarles tras su sesión de amor en el baño, según recoge skyscanner.

3. El oxígeno es la mejor cura para la resaca

Es cierto que la vida de una azafata puede ser hedonista: viajas por todo el mundo, a menudo pasas una noche aquí, otra allí, y conoces a mucha gente. Esto acaba en algunas noches de fiesta de la buena, pero en muchos madrugones también. Un recurso que el personal de abordo utiliza para paliar la resaca es el uso del oxígeno como terapia tras una noche de excesos.

4. No todas las bolsas para vomitar se vacían

De vez en cuando, cuando hay conexiones muy rápidas, no hay tiempo para comprobar bien todos los bolsillos de los asientos. En un vuelo teníamos a un actor a bordo y, por alguna razón, metió la mano en la bolsa de papel del suyo. El pobre no se esperaba meter la mano en una bolsa llena de vómito frío.

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