VIAJES Y PLACER

El lujoso aeropuerto de Barajas se ha convertido en un ‘hotel’ de vagabundos

«Tenemos calefacción, baños y wifi gratis»

El lujoso aeropuerto de Barajas se ha convertido en un 'hotel' de vagabundos
Terminal 4 del aeropuerto de Madrid-Barajas. PM

Medio centenar de personas sin hogar viven desde hace años en las terminales de Madrid. La clave, no armar líos

Lo cuenta Aitor Santos Moya, este 1 de mayo de 2018, en el diario ‘ABC‘: «Sin billete a ninguna parte, medio centenar de vagabundos duermen cada noche en las terminales del aeropuerto de Barajas: en una cafetería de la T4 o en el pasillo del fondo de los touroperadores; al principio de la zona de facturación de la T1 o en la puerta de llegadas de la T2″.

Los llamados «pasajeros invisibles» conforman, desde hace años, una comunidad de vecinos itinerante que sobrevive gracias a la consideración de este espacio como público.

¿El único requisito para resistir? No montar líos.

«Hace tiempo eran habituales las broncas», advierte un grupo de ellos. Lejos quedan ya los tres tiros que recibió Govrage Washington, «El negrito», cuando trató de agredir a dos policías de paisano con un cuchillo y después sacó lo que parecía un arma, que resultó ser de juguete.

Han pasado 11 años y las aguas bajan mucho más calmadas. «Venimos aquí porque es mucho más seguro que la calle» remarcan sabedores de que la clave para que no les echen es no molestar a nadie. Ahora la presión es constante y no todos logran eludir la invitación a marcharse.

«Algunos de los que vienen no saben si lo de vivir aquí es legal», apunta José, quien afirma tener pendiente un juicio por dicho motivo:

«Me iré el día que pase a ser un lugar privado».

Mientras tanto, los guardias de seguridad se afanan en evitar el «efecto llamada». Y no es para menos.

Calefacción y wifi gratuito, baños amplios, vigilancia las 24 horas: apto para «homeless high class».

Un aeropuerto es a todos los efectos legales un espacio público y AENA, si no hay ninguna alteración del orden, convive con estos inquilinos.

Sucede así en toda España. Barcelona reubicó a sus huéspedes en 2011 cuando empezaron las peleas. Así que la única norma aquí es no montar líos, pasar desapercibidos. De este modo, y con las prisas del viaje, se confunden con los 110.000 usuarios que pasan cada día por Barajas.

Si uno se fija bien, es fácil ver a alguno sentarse en la mesa y apurar los restos de comida y bebida abandonados por algún turista. O a otro arrastrando una maleta y pidiendo algo de dinero envuelto en el drama ficticio de un avión perdido o un pasaporte extraviado.

Estos últimos son pocos y siempre los mismos. Y muchas veces repiten la función con el mismo viajero o dejando entrever una maleta vacía. Eso les delata.

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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