EL VIAJERO IMPENITENTE

Cabo Denison: el lugar donde soplan los peores vientos de la Tierra

Las llanuras heladas de la Antártida suman más de 14 millones de kilómetros cuadrados.

Y aunque varias de sus regiones centrales son bastante tranquilas en términos de los vientos que sobre ellas soplan, en promedio se trata del continente que recibe los vientos más fuertes entre todos.

Sin duda, inclina la balanza de este promedio el que Cabo Denison sea parte de la Antártida.

Ubicado en la costa sudeste del continente helado, se trata del punto del planeta bautizado por su descubridor —el explorador australiano Douglas Mawson— como el lugar más ventoso del mundo.

El principal registro de las condiciones infernales de Cabo Denison está en el diario de la expedición de Mawson en el lugar, llevada a cabo en 1913. Ahí se lee:

“Después de no haber podido demolernos por persistencia obstinada, el ventarrón intentó nuevas tácticas en la noche del 24 de mayo de 1913, en forma de una serie de ráfagas hercúleas.

Como hemos aprendido después, la velocidad momentánea de estos se acercó sin duda a 200 millas [320 Km] por hora”.

Cabo Denison se trata de una punta rocosa de unos 900 m de largo por 700 m de ancho y se circunscribe en la bahía de la Commonwealth, una formación que asemeja a una media luna cuya disposición, precisamente, juega a favor de los vientos que azotan la zona.

La bahía tiene unos 60 km de ancho y Cabo Denison se ubica prácticamente al centro de la misma. La zona está a unos 2.560 km del Polo Sur, el punto más al sur del planeta, que, como decíamos, está rodeado de llanuras nevadas de un silencio solmene, sin vientos que lo perturben.

Al centro del casquete de nieve antártica, los hielos se yerguen a alturas superiores a los 4.000 m.s.n.m., y desde ahí los vientos van desplazándose hacia las costas del continente, descendiendo por acción de la gravedad.

Este desplazamiento es llamado por la ciencia como vientos de inversión.

Pero cuando estos, en su camino, se topan con paredes masivas de hielos o con valles, cobran una inusitada velocidad ante el choque, mucho más cerca a los acantilados del continente. Esos vientos feroces, similares a los de una avalancha, son llamados catabáticos.

Y azotan Cabo Denison todo el año, la mayor parte del tiempo, hasta que una tregua inexplicable instala el silencio en el lugar, para que luego los vientos retomen su marcha feroz.

La velocidad promedio de los vientos en el lugar cada año es cercana a los 80 km por hora o 22 m por segundo. Y las temperaturas, que pueden llegar a -60°, solo se ven agravadas con el soplo inclemente.

Aun así, la vida es posible en Cabo Denison.

Las cinco cabañas que instaló Mawson en el lugar sirven de campamento a científicos de diversas disciplinas, entre ellas, los ornitólogos que observan a la población de miles de pingüinos Adelie, la más grande del globo, que comparten aguas y hielos con focas y petreles antárticos.

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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