CRÓNICA 9 / RUMBO A UGANDA

Estamos inquietos ante la maldición de la mamba negra

Estamos inquietos ante la maldición de la mamba negra
La expedición atiende a las explicaciones. J.L. Cuesta

Nos dirigimos a Fort Portal, para ir después hasta Masindi, cada vez más al norte.

Paramos a mitad de camino en medio de un bosque ecuatoria. Estamos en el Parque Nacional de Kibale, que tiene una de las mayores reservas de chimpancés del mundo.

Nada más bajar, parece que vivimos en un mundo irreal. Una comitiva de bienvenida de cientos de mariposas negras, con las alas aterciopeladas y círculos simétricos, nos hace que vivamos como en un cuento.

Es una selva con alargados árboles de donde cuelgan unas lianas como las de Tarzán. Telmo, el jefe de la expedición, quiere hacer una marcha por el interior, pero en unos metros aparece una serpiente mamba negra de casi dos metros, que tiene una de las picaduras más mortales del mundo. Nuestro cocinero ugandés Walter, evita alguna desgracia matándola de un seco machetazo. Después de esto, Telmo prefiere que no nos internemos en esta peligrosa jungla repleta de serpientes, según nos cuenta un guarda de la zona. Los chimpancés nos miran entristecidos desde las copas de los árboles al ver que retrocedemos.

Después de este suceso, nos comentan los lugareños que existe la ´maldición de la mamba negra`, que consiste en que, mientras estemos en Uganda, nos ocurrirán desgracias inesperadas de todo tipo. Y no se equivocaron.

12 horas de autobús

Paramos en Fort Portal y visitamos el mercado de Mpanga. Es una ciudad grande y moderna.

Los jóvenes comen patatas, galletas, palomitas y refrescos. Los adultos prefieren la rudimentaria pizza del restaurante Gardens, vigilado por un elegante ´segurata` con un fusco, parecido a un Mauser, de grades dimensiones. No había visto a tanto blanco junto en Uganda, y es porque es el punto de encuentro de varios lugares emblemáticos del país, como las cataratas Murchison, varios parques naturales, como el Kibale Forest National Park, o las montañas Rwenzori, que separan Uganda de El Congo.

El primer ejemplo de la maldición es que la furgoneta de Telmo se estropea definitivamente y tienen que esperar en Fort Portal hasta alquilar un coche para poder continuar el viaje. Lo pilota Adolf.

Nosotros salimos en un viaje eterno y tortuoso hacia Masindi. Se nos hace de noche y lo único que vemos es una nube de polvo que invade todo el autobús. No tenemos aire acondicionado y hay que abrir las ventanas para no asarnos de calor.

Vamos dos buses con 65 plazas cada uno y dos furgonetas de 8 plazas. En total 146 personas. Faltan los del coche de Telmo para completar los 150 aventureros.

Paramos porque el camión de material necesita comprar gasolina para el generador, para poder tener luz en el campamento. Krasimir ´Crazy`, un búlgaro fuerte, que ha participado en el reality «Mujeres y hombres y viceversa», y en «El conquistador del Caribe», donde participó con Telmo Aldaz, rellena una bidón de combustible y arranca su viejo camión azul marino que trajeron de Sudán del Sur.
Después de 12 horas de bus, por un camino de tierra repleto de baches, llegamos a los jardines del Hotel Masindi, construido en 1923, y le pregunto a los expedicionarios por su viaje:

Miguel Arroyo: «He tragado muchísimo polvo»

Ismael Lancho: «Ha sido duro, me he puesto en el suelo del bus a dormir porque no podía más»

Laura Feliú: «Un horror»

Rubén García-Quismondo: «Ha sido divertido, nos lo hemos pasado genial saltando con tanto viaje»

Borja Chavarri: «He ido sentado en el suelo y tengo el culo y la espalda reventados. Al menos hemos visto monos»
Gorka Lancha: «Ha sido un viaje largo donde ha dado tiempo a jugar a las cartas y a conocer gente nueva»

El disgusto del largo viaje se nos pasa rápido, cuando vemos que hay unos baños limpios. Es la primera vez que se duchan los expedicionarios tras el baño en el lago Victoria, y también la primera que pueden sentarse en una taza corriente, blanca y aseada. Ya no podrán cantar su canción de «Y la ducha pá cuando», que han compuesto en los buses.

El equipo audiovisual destroza uno de sus cables Mac cerrando la maleta estanca Pelikan y no pueden editar los vídeos con el ordenador más potente de la expedición. La maldición de la mamba negra se manifiesta otra vez.

Como apenas hemos comido, la cena nos sabe como si la hubiesen cocinado los hermanos Roca. Una chapati con huevo, aceite, tomate y aguacate. Es la primera vez que tomamos huevo en el viaje, y tiene que ser cocido para evitar la salmonelosis. Está delicioso.

En el Hotel Masindi es donde se hospeda Hemingway después de que su avioneta se estrellara en el Parque de Murchison. Aquí fue donde escribe varios libros sobre África, como «Las Nieves del Kilimanjaro».
   
Estamos inquietos ante la maldición de la mamba negra.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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