Antiguamente conocida como Abisinia, fue también imperio y reino descendiente de Saba. Con un patrimonio histórico y cultural de los más importantes de África.
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Etiopia además de los desgraciados tópicos ya conocidos, es también un destino interesante de hermosos lagos, ríos, desiertos y sobrecogedoras montañas.
Es difícil olvidar los paisajes de este hermoso país. Aunque todavía hay zonas a las que no es aconsejable acceder. Por ello resulta imprescindible llevar todo armado desde España y obedecer todos los consejos y recomendaciones recibidos. Addis Abeba es la capital, situada a 2.400 m de altura, cuenta con 2 millones de habitantes y es el punto de partida casi único para visitar Etiopia. Un día es más que suficiente para recorrer sus atractivos turísticos (La Catedral, el Mercato y los Museos de Menelik y el Etnológico).
Como primer desplazamiento y aunque lejos, se puede recorrer medio país en jeep hasta llegar a las montañas del Simen, al norte del Macizo Etíope y subir al Ras Dachan a 4.600 m de altura. No muy lejos, el famoso valle del Rift cruza el país de noreste a suroeste y está rodeado de depresiones, estepas, zonas semidesérticas y lagos.
En dirección sur, hacia la región de Dancalia, se encuentra la depresión más baja del continente africano. Un clima árido, con varios lagos salados en la cuenca del río Awash. Este territorio, contrasta con la fértil vega del Nilo Azul, en las mesetas junto al lago Tana. La cascada, Tiss Issat, ofrece un paisaje insospechado para el viajero occidental.
Para terminar un poco de gastronomía, rica y variada. El wat (estofado de carne, pollo o verduras), es el plato nacional. Se sirve con una salsa picante y se come con o sin injera (pan). Otro clásico es el shivro (garbanzos) o misir (lentejas).
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