Apartada de las rutas turísticas tradicionales, en una bahía profunda y con quizás las playas más bellas de la Honduras continental, Trujillo espera envuelta en la vida silvestre de la Laguna de Guaymoreto y de los picos Capiro y Calentura.
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Tiene un ajetreado pasado colonial, en medio de los embates de corsarios y piratas. Por eso se construyó ahí la Fortaleza de Santa Bárbara, desde donde resiste después a bucaneros y filibusteros.
En la transición al siglo XX y sus primeras décadas vive una próspera época bananera, que eventualmente se va junto con las compañías. Lo menos conocido respecto a Trujillo es que también tiene un rico pasado precolombino, aún por investigarse.
Además de su historia y de la cultura viva de sus comunidades garífunas, en Trujillo se encuentran las playas de Campamento y Santa Fe, mantos de calmas aguas transparentes teñidas de turquesas; la biodiversidad de los manglares de la Laguna de Guaymoreto fundiéndose con el Caribe y de la selva del Parque Nacional Capiro y Calentura; y un muelle para cruceros.