En poco más de 51.000 kilómetros cuadrados, Costa Rica alberga una gran riqueza de biodiversidad, una variedad deslumbrante de paisajes y ecosistemas (bosques lluviosos, montañas, arrecifes litorales) y las personas más amigables y felices del planeta.
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Para conocer el país, Turismo de Costa Rica propone 10 experiencias que solo se pueden vivir en el país de la Pura Vida.
1. Practicar surf en dos océanos
El tamaño y la localización geográfica de Costa Rica hacen posible que se pueda surfear en el Atlántico y en el Pacífico, ¡incluso en el mismo día! A solo seis horas de coche entre los dos océanos, es posible coger la primera ola del día en el Caribe y trasladarse al Pacífico para una sesión de surf durante el atardecer, antes de cenar. Además, el agua es cálida en ambos lados.
2. Descubrir la naturaleza en el país con la densidad más alta de biodiversidad en el mundo
Con más de medio millón de especies -casi el 4% del total de especies en el mundo- Costa Rica es uno de los mejores lugares en el mundo para explorar la flora y fauna. Un cuarto de su territorio está protegido por parques nacionales y reservas, y estos lugares tienen una variedad asombrosa de ecosistemas, incluyendo bosque tropical lluvioso, bosque tropical seco, bosque nuboso, bosque de manglar, costas del atlántico y pacífico, y millas y millas de arrecifes litorales. Además, la gran diversidad de flora y fauna que se puede ver a simple vista es el mejor aprendizaje sobre biodiversidad para niños y mayores.
3. Bañarse en piscinas termales a los pies de un volcán
Formando parte del Anillo Pacífico del Fuego, Costa Rica posee más de una docena de volcanes, activos y no activos. El más famoso es el Arenal, cuya belleza cónica y su pasado como uno de los volcanes más activos del mundo (dejó de hacer erupción en el año 2010 y actualmente se encuentra inactivo), inició una industria próspera de turismo en sus alrededores, y posteriormente una variedad de centros turísticos de aguas termales. Estos centros cuentan con piscinas de diferentes temperaturas y cuyas aguas, ricas en minerales, son idóneas para el cuidado de la piel. No hay nada mejor que cuidarse mientras se disfruta de un baño termal al aire libre y con vistas al impresionante volcán.
4. Ver el Baile de los Diablitos
El festival tradicional de la comunidad indígena Boruca del sur de Costa Rica, la Danza de los Diablitos, también conocido como el Juego de los Diablitos, es una reconstrucción de la conquista española de Costa Rica. Tiene lugar cada año en dos localidades: del 31 de diciembre al 2 de enero en la comunidad de Boruca, y el primer fin de semana de febrero en la comunidad de Rey Curré. Los Boruca visten trajes hechos a mano y máscaras de diablos que representan al pueblo indígena, mientras bailan y luchan contra un personaje que representa un toro que simboliza a los conquistadores españoles. Una celebración de la identidad y comunidad Boruca, que permite también disfrutar de música local, comida típica y mucha «chicha», un refresco tradicional hecho de maíz.
5. Comprar una carreta de bueyes
La tradicional «carreta de bueyes» en Costa Rica no es solo el carruaje típico, sino que se ha convertido en la artesanía más reconocida del país, declarada además, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la UNESCO. Antiguamente eran usadas para transportar el café, pero ahora las carretas de bueyes en Costa Rica son un símbolo de la herencia cultural del país, y están pintadas con colores brillantes y diseños únicos que las convierten en obras de arte. Además, el viajero encontrará numerosos objetos de recuerdo que recrean esta decoración tan particular.
6. Caminar sobre una cola de ballena de arena
El impresionante Parque Nacional Marino Ballena, en la costa pacífica suroeste, es un reconocido sitio para el avistamiento de la ballena jorobada, pero también es conocido por la formación de arena llamada el Tómbolo. Durante la marea baja, esta formación parece desde el aire la cola de una ballena, y desde tierra se puede caminar sobre ella, observando una cola de ballena real. El parque está situado entre Playa Hermosa y Playa Uvita, y aun sin avistar ballenas en el mar, las vistas son espectaculares.
7. Alojarse en un hotel ecológico
Costa Rica es un país pionero en ecoturismo y turismo sostenible. El país tiene una amplia variedad de alojamientos ecológicos que permiten al turista reducir la huella ecológica durante su visita. Desde lugares con bungalós en la playa, tiendas de campaña y antiguas fincas, a hoteles con energía solar o establecimientos de lujo, existe una gran selección en todo el país que permite al visitante viajar de forma sostenible en cualquier parte de Costa Rica.
8. Participar en una romería por la protectora de las Américas
Cada año a finales de julio, millones de romeros de Costa Rica, América Central y alrededor del mundo viajan a pie, a caballo o -para los más devotos- de rodillas, hacia la capital colonial de Cartago para honrar a la protectora de las Américas. Caminan para asistir a los actos que se celebran el 2 de agosto en la Basílica Nuestra Señora de los Ángeles para honrar a la Virgen de los Ángeles, la santa patrona de Costa Rica. Una vez allí, fieles y curiosos se acercan a visitar a la pequeña estatua de piedra negra de la Virgen, conocida también como La Negrita.
9. Contemplar de cerca un oso perezoso
En las partes rurales de Costa Rica es posible encontrarse con un oso perezoso cruzando lentamente la calle o descansando en la copa de un árbol junto a la carretera. Pero además, para quienes quieran conocer más sobre su modo de vida pueden visitar el Sloth Sanctuary, en la costa sur del caribe, a 30 minutos al sur de Limón. Esta organización se dedica al cuidado y rehabilitación de los perezosos rescatados, y con suerte, se puede observar un perezoso recién nacido en el santuario.
10. Degustar frutas y verduras únicas.
En poco más de 51.000 kilómetros se desarrollan en Costa Rica 12 zonas climáticas y una serie de microclimas que hacen posible la cosecha y variedad de numerosas frutas y verduras. La mejor forma de disfrutar de ello es con zumos y refrescos naturales, habituales en todos los restaurantes y cafés del país. Entre las opciones autóctonas se encuentra la fruta del marañón, que viene de la familia de los mangos y se toma como un refresco parecido a la limonada; o el pejibaye, habitualmente cocinado con mayonesa.