China no es un solo destino. Desde occidente, tendemos a simplificar nuestra imagen del gigante asiático, pero en cuanto que pongas un pie en China verás que todo lo que pensabas de China no se ajusta a la realidad.
Para llegar a China lo más fácil es volar a alguno de sus aeropuertos principales. Por ejemplo, el aeropuerto internacional de Pekín es el que tiene más tráfico de toda Asia. Otra buena opción es llegar al aeropuerto de Shangai Pudong, en la ciudad costera.
Es difícil saber por donde empezar en el país de los pandas. Tras tu búsqueda de vuelos baratos a China quizás decidas empezar tu viaje por la capital de la república, Pekín. Allí podrás perderte en la inmensidad de la durante siglos misteriosa Ciudad Prohibida, ante la cual se encuentra la imponente plaza de Tiananmen, con la famosa foto de Mao.
Los históricos templo del Cielo y templo del Lama, o todos los edificios modernos construidos para las recientes olimpiadas, como el estadio del nido de pájaro, merecen que pases al menos unos días en Pekín. Pero es que además podrás hacer una excursión de un día para visitar otro de los iconos de China: la gran muralla. Con sus miles de kilómetros, tendrás que decidir que tramo visitar. Uno cercano a la capital, en muy buen estado de conservación, está en Badaling.
En tus vuelos a China no puedes sólo visitar Pekín, ya que te perderías muchas de las maravillas que tiene para disfrutar. Xian, con sus apabullante ejército de estatuas de terracota, es parada obligatoria en todo viaje. O la modernidad de Shangai, con sus cientos de rascacielos.
Pero si necesitas desconectar de tanto movimiento, siempre puedes ir a Tibet, a disfrutar de los lamas en sus templos y encontrarte a ti mismo. O viajar a la región de Sichuan, donde tus posibilidades de ver pandas aumentan exponencialmente. En cualquier guía que leas, verás que esto es un pequeñísima muestra de lo que puedes ver en China. Pero es que tus vuelos a China no sirven sólo para ver monumentos.
La gastronomía, que nada tiene que ver con lo que se encuentra en España, la dificultad lingüista personificada al montarte en un taxi, o simplemente observar la vida cotidiana en las calles son experiencias por si mismas. China, lo que puedes estar seguro, es que no te dejará indiferente.