Cuando se inició este quinquenio pusimos una gran meta para el bicentenario: recibir 7 millones de turistas al año. Un objetivo retador (implicaba doblar los 3.5 millones que nos visitaban) que buscaba colocar al Perú en las grandes ligas del turismo mundial. Para materializar esta visión se elaboró un plan maestro aprobado al más alto nivel político y legislativo. Transcurridos más de tres años, ¿cuál es el balance?
Es poco lo ejecutado. El ruido político y la falta de continuidad en ministerios retrasaron la implementación de muchas propuestas. A tal grado que la meta ha tenido que ajustarse a 5.8 millones.
No es momento de lamentarse. Hoy nos toca mirar adelante enfocando los esfuerzos del próximo año y medio en aquellos proyectos que tengan mayor impacto. Lo principal es cerrar las brechas de infraestructura. Por ello, invocamos al nuevo gabinete a priorizar 5 proyectos bandera:
(i) Ampliación del Jorge Chávez y construcción de la vía rápida hacia la zona hotelera (San Isidro, Miraflores), (ii) Centro de Visitantes de Machu Picchu, primer gran paso hacia la reorganización de nuestra maravilla, (iii) Aeropuerto de Chinchero, puerta de acceso a una nueva era de desarrollo sostenible para Cusco, (iv) Conectividad en los circuitos turísticos, implementando carreteras de doble calzada en los principales destinos, (v) Centro de Convenciones de Lima, si se regulariza la licencia de funcionamiento y se define un operador internacional, nos puede convertir en hub para eventos corporativos.
No perdamos más tiempo. Del trabajo conjunto de todos los niveles de gobierno y sector privado depende que la meta no vuelva a corregirse hacia abajo. Es hora de retomar la senda del crecimiento. ¡Prohibido retroceder!
