Icónica por su cultura y la mezcla de ciudad y naturaleza, la capital carioca fue durante buena parte del siglo XIX la sede del Imperio portugués. Las huellas de ese esplendor están disponibles en varios puntos de la ciudad y localidades cercanas. Declarada por Unesco Capital Mundial de la Arquitectura para el año 2020, el patrimonio arquitectónico de Río de Janeiro es rico, variado y desconocido para muchos. RESERVA TU VIAJE A BRASIL
Río de Janeiro es una mezcla de naturaleza y metrópolis que no deja indiferentes a sus visitantes, y según las estadísticas de Embratur, es el destino favorito de los colombianos que viajan a Brasil en plan de placer o negocios. Colombia es el quinto país de Suramérica que más turistas envía a Brasil. Quienes creen que Río es sólo un polo de fiesta, fútbol, playa y carnaval, tomen nota: la ciudad posee uno de los acervos arquitectónicos más interesantes de América del Sur.
Palacio Imperial
Cautivado por el clima fresco de las sierras de Rio de Janeiro, el emperador Don Pedro II dispuso unas tierras que le había legado su padre y a mediados del siglo XIX empezó la construcción de un palacio de verano en la región. De ahí surgió el nombre de Petrópolis, ciudad que gracias a la presencia real desarrolló una infraestructura que ahora se conserva en palacios, casonas, jardines de invierno y calles empedradas. Esa antigua residencia ubicada en el centro de Petrópolis (a 68 kilómetros en auto o bus desde Río) es ahora el Museo Imperial, una construcción de estilo neoclásico que cuenta con un importante acervo artístico y decorativo.
Palacio de Cristal
También ubicado en Petrópolis, fue inaugurado en 1884 para albergar exposiciones de flores, pájaros y productos agrícolas. Su estructura prefabricada de hierro fundido fue encargada a una fundición en Francia por el conde D`Eu, y ensamblada en Petrópolis por el ingeniero Eduardo Bonjean. Su celebración cumbre fue el domingo de Pascua de 1888, cuando la princesa Isabel (hija de Pedro II) con sus hijos entregó cartas de libertad a varios esclavos como parte de su iniciativa de oficializar el fin de la esclavitud en Brasil. Hoy alberga eventos culturales y exposiciones.
Quinta da Boa Vista
Fue la residencia oficial de la familia real entre 1808 y 1889. Allí vivió todo el linaje de los Orleans de Bragança, y tanto Don Pedro II como su hija, la Princesa Isabel, nacieron en ese palacio. La construcción está instalada en la cima de una colina en el barrio de São Cristóvão y es uno de los más grandes parques de la ciudad, con aproximadamente 155 mil metros cuadrados. Conserva el paisajismo, monumentos y construcciones originales.
Teatro Municipal de Rio de Janeiro
No es exactamente un palacio, pero hay que conocerlo como emblema de la Bélle Èpoque carioca. Inspirado en la obra cumbre de Garnier, el Teatro de la Ópera de París, los arquitectos e ingenieros pudieron entregar la obra en 1909, en una época de enormes reformas urbanas, impulsadas por el alcalde Pereira Passos. Se localiza en la zona conocida como Cinelandia, en el centro de la ciudad.
Jardín Botánico y Parque Lage
El legado que Joao VI, el rey de Portugal que se instaló en Brasil a principios del siglo XIX escapando de Napoleón Bonaparte, fue decisivo para Rio de Janeiro. Una de sus creaciones fue el Jardín Botánico, inaugurado en 1808, y que aún hoy es centro de investigación y conservación del patrimonio botánico de la zona; entre los monumentos se destacan las estatuas de Eco y Narciso de Mestre Valentim, el Portal de la Academia de Bellas Artes, proyectado por Grandjean de Montigny. A su lado está el Parque Lage, con un total de 52 hectáreas y cuyo punto focal es un edificio de influencia romana, rodeado de una arboleda frondosa.
Gabinete Português de Lectura
Es considerada una de las bibliotecas más importantes de Brasil. Fundada por un grupo de inmigrantes portugueses en 1837, alberga más de 350.000 ejemplares, entre ellos la primera edición de la epopeya de Camões, Os Lusiadas, obra fundamental de la literatura portuguesa. El edificio actual es de estilo neomanuelino y fue diseñado por el arquitecto Rafael da Silva e Castro. Sus salones de lectura son muy representativos de la arquitectura lusa.
Palácio do Catete
Desde 1897 hasta 1960 el edificio fue sede del poder ejecutivo brasileño. Desde la década de 1970 integra el Museo de la República junto con otras instituciones. Construido en 1858 por el Barón de Nova Friburgo, está emplazado sobre un predio, con varias lagunas artificiales extendidas visualmente hasta la Playa de Flamengo. Fue escenario de dos muertes presidenciales: la de Alfonso Pena, en 1909, y el suicidio de Getúlio Vargas, en 1954.