“El riesgo es sencillamente demasiado grande, no se puede trabajar con distanciamiento y mascarillas en el prado, simplemente no funciona”, dijo el jefe del Gobierno de Baviera, Markus Söder, en una comparecencia ante la prensa, al referirse al recinto donde se celebra la fiesta, el “Theresienwiese” (Prado de Teresa).
Celebrar una versión reducida de la Oktoberfest como alternativa, “no tiene sentido”, por lo que “lamentablemente, 2020 será un año sin ‘Wiesn’ (apócope de Theresienwiese)”, dijo. Aseguró que tanto él como el alcalde de Múnich, Dieter Reiter, son “de por sí los mayores fans” de la que calificó la “fiesta más significativa e importante del mundo”.
Recordaron que la estación austríaca de Ischgl, así como el carnaval en el distrito de Heinsberg, en el estado federado alemán de Renania del Norte-Westfalia, resultaron ser puntos centrales de contagio debido a la gran afluencia. “Vivimos en otros tiempos, y vivir con el coronavirus significa también vivir con cuidado”, agregó.
Reiter, por su parte, habló de un “momento difícil” y un “trago amargo” tanto emocional como económicamente y recordó que los 16 días de la Oktoberfest se traducen en una rentabilidad de entre 1.200 y 1.300 millones de euros.
“Todos echarán de menos la fiesta, también en lo que respecta a su bolsillo”, dijo en alusión a los negocios que este año sufrirán la ausencia de los alrededor de seis millones de visitantes que cada año acuden a Múnich por esas fechas.