Era cosas de días u horas que las cancelaciones del turismo británico se cristalizara. Y llegó en el peor momento para la economía española, en especial para la «Joya de la Costa Blanca»: Benidorm.
La cuarentena impuesta por el gobierno de Boris Jhonson a sus compatriotas y a todo aquel pasajero que provenga de España, provocó un tsunami de cancelaciones: nada más y nada menos que 300 mil británicos dando así la puntilla a la maltrecha economía local.
Entre este mes y septiembre, según los hosteleros, las reservas, insisten, «iban a buen ritmo» y contabilizaban 600.000 visitantes. Sin embargo, el inesperado anuncio de Boris Johnson ha despeñado las expectativas poniendo al sector en una situación desconocida hasta ahora. En Hosbec calculan pérdidas de 150 millones de euros para los hoteles benidormíes y de unos 200 millones para los establecimientos de la Costa Blanca.
Los datos de la asociación recuerdan que solo el pasado año los turistas británicos, el primer mercado extranjero, realizaron 5,5 millones de pernoctaciones hoteleras en la provincia de Alicante y registraron un gasto de 2.000 millones de euros. En Benidorm se contabilizaron 4,9 millones y un desembolso de 1.800 millones.
Además, la cuarentena también provocará la pérdida de medio millón de asientos en los vuelos del aeropuerto de Alicante, la tercera terminal española en importancia para el mercado británico, por el que el pasado año pasaron seis millones de pasajeros procedentes del Reino Unido.
Este descalabro económico, impensable en una ciudad en la que el visitante británico no entiende de épocas del año, también es extensible a los apartamentos turísticos. Los datos que maneja la Asociación de Apartamentos Turísticos de la Costa Blanca (Aptur) son drástico ya que se traducen en un «aluvión de cancelaciones» desde el pasado sábado no sólo en agosto sino también en septiembre e incluso en octubre.
Hasta el momento, Aptur contabiliza la cancelación de 250 reservas, con lo que, estima, la ocupación de agosto ha caído un 30% cuando estaba cercana al 50%. El sector tiene sus esperanzas puestas a que el Reino Unido dé marcha atrás y salve, en la medida de lo posible, una temporada que ya se dio por perdida el pasado 14 de marzo con el anuncio del estado de alarma.
La decisión del Gobierno británico de sacar a España de la lista de países seguros se produjo justo cuando los empresarios hoteleros empezaban a ver, con las cifras en la mano, ciertos signos de recuperación del que es su público principal: 600.000 visitantes entre esta segunda quincena de julio y el 30 de septiembre que se traducían en un 90% de la ocupación.
Era un panorama «esperanzador» tras un complicado arranque, puesto que hasta el pasado 6 de julio los británicos que volvían a casa desde Benidorm estaban obligados a aislarse, motivo por el que la ciudad estuvo tirando del turismo nacional a la espera de la llegada de los extranjeros.