Bélgica y el chocolate han estado vinculados desde que este fue introducido en Europa en el siglo XVI y, desde entonces, se ha convertido en un imprescindible de su gastronomía. Primero como bebida caliente, popular entre las clases altas y más tarde, usado para endulzar medicamentos. La experimentación con el chocolate empezó precisamente en el siglo XX, que fue cuando se crearon las cajas de bombones, la crema de chocolate y hasta llegar a evolucionar en forma de praliné, una delicia hoy mundialmente conocida, pero con sello belga.
Para que un chocolate sea considerado ‘chocolate belga’, se necesita al menos un 35% de cacao y el 100% de manteca de cacao. Esto lo saben bien en la Región Valona, donde cuentan con una larga tradición de chocolateros que mantienen los métodos tradicionales sin dejar de lado la creatividad y la excelencia del producto final.
Entre las variedades más habituales de dulces hechos con chocolate belga y valón se encuentran:
Pralinés. Son sin duda uno de los postres más populares de este destino belga que todavía es un secreto para muchos turistas españoles. Los pralinés son bombones rellenos de ganache de chocolate cremoso, creados en 1912 por Jean Neuhaus Jr. Su forma y contenidos pueden variar y pueden incluir frutos secos, caramelos, licor o mazapán. Estos dulces se presentan dentro de una caja llamada ballotin, creada por Louise Agostini, mujer de Neuhaus Jr, haciendo de estos bombones el regalo perfecto.
Gayettes. Estas pequeñas trufas con forma de carbón tienen un corazón de crema de mantequilla y chocolate con leche, recubierto de chocolate y azúcar aromatizada con café. Las gayettes, que en dialecto valón se refiere a los restos de carbón, están vinculados al pasado minero de la región de Charleroi, la mayor ciudad de Valonia.
Mendiant. Pequeños discos de chocolate cubierto con frutos secos y fruta deshidratada. Estos dulces son típicos de las fiestas navideñas y su origen está relacionado con las cuatro órdenes mendicantes.
Figuras de chocolate. Es común encontrarse grandes figuras hechas de chocolate en los escaparates de las chocolaterías de Valonia. Desde los tradicionales conejos y huevos de pascua, hasta esculturas que imitan edificios y obras de arte.