A lo largo de mi vida y ejerciendo el oficio de periodista, he tenido la suerte -yo diría, la «gracia divina»- de poder viajar por medio planeta. Pero en esos periplos que te depara la vida, también hay momentos gratos e inolvidables. Y sinsabores. Y cómo no: infinidad de anécdotas.
FOZ DE IGUAZÚ
Me encontraba almorzando en uno de los restaurantes del Recanto Cataratas Thermas Resort & Convention, durante la pasada 40ª edición del Travelmart Latinamerica, celebrada en septiembre del 2016 en Foz de Iguazú (Brasil), ciudad que atesora una de las grandes maravillas de la Naturaleza: las Cataratas de Iguazú.
Decía, me encontraba almorzando, y conversando a la vez con un colega de prensa en este restaurante con vistas a una preciosa y gigantesca piscina, cuando de pronto mi smartphone me avisa que un correo electrónico me acababa de llegar. Era el mensaje de un amigo que, desde España, me saludaba y exclamaba: ¡Paul, qué bien vives!
La verdad, para los que realmente trabajamos y nos movemos en grandes eventos de estas características, la cosa está más alejada de la realidad. Al menos en mi caso. Aquellos que creen que uno está viviendo la “Dolce vita”, están muy equivocados. Os explico el por qué:
1.- Por ejemplo: en este evento internacional, por citar el más reciente, un autocar recogía a los periodistas, o profesionales del turismo, a primera hora de la mañana. Solía ser a golpe de 08:30 horas, incluso menos. Para ello, el pasajero tenía que levantarse pronto y estar presente en la entrada o lobby del hotel. Claro, bien desayunado.
2.- Una vez que llegaba el bus, este continuaba su periplo hacia una cierta cantidad de hoteles con el propósito de recoger a más gente. O sea, que hasta que llegue al lugar del evento puede transcurrir aproximadamente una hora.
3.- Tras arribar al recinto ferial cada uno iba a lo suyo. Normalmente, los que cubríamos información teníamos que buscarnos la vida, e intentar entrevistar a personalidades del mundo del turismo; hacer networking, fotos, vídeos, acudir a ruedas de prensa o seminarios, etc.
4.- Sobre las 13:00 o 14:00 horas todo el mundo almorzaba.
5.-Una hora y media después continuaban las ruedas de negocio, mientras el que suscribe recorría todo el recinto ferial –gigantesco- donde había por lo menos 250 stands o miles, dependiendo del evento. O sea, que en este submundo había mucho para elegir tanto como para hacer un reportaje, formalizar contactos, repartir tarjetas de visita, entrevistar o pactarlas para el día siguiente, o hacerlas ipso facto.
6.- Y así se pasaba la tarde hasta que un bus sobre las 18:00 o 19:00 horas te recogía y te llevaba al hotel. Pero, claro, había que estar listo y aseado para que una hora después te recogiera el mismo cacharro para llevarte a la ceremonia de bienvenida.
Entonces, la jornada, aunque sea cena o cocktail, se extendía hasta las 23:00 horas o medianoche, momento en el cual tenías que estar pendiente del mismo bus para no quedarte tirado y tener que gastarte los euros en taxi.
Seguimos, si estabas mosca te recogía el bus y regresabas al hotel hecho un asco. Los pies te dolían y solo querías dormir. Pero, claro, había que escribir, editar las fotos que se habían hecho durante la jornada, o vídeos, si fuera el caso.
La jornada no terminaría hasta las 02:00 horas del día siguiente. Ah, antes de dormir había que dejar recargando las baterías de todo los aparatos: cámaras, grabadoras, video-cámaras, etc…y el móvil, por supuesto.
7.- Al día siguiente…¡LO MISMO!. Para entonces uno ya estaba reventado. Y mientras tanto sólo veías la piscina desde la ventana de tu habitación o a través de los ventanales del espectacular Resort cuando tocaba la hora de almorzar.
8.- Según la duración del evento el “programa” se repetía una y otra vez.
9.- Y llegaba el día de clausura. A esas alturas uno estaba molido y con ganas de largarte al hotel, pegarte una ducha, descansar y dormir. Pero no, un “inoportuno” bus te esperaba a las 20:00 horas fuera del hotel para llevarte a la cena de clausura. Y bueno, se agradecía la cena, las copas si las hubiere, y lo que surgiera.
10.- Al día siguiente de finalizar el evento un bus te recogía del hotel para llevarte al aeropuerto, si fuera el caso. Pero ese maldito bus también “te recordaba” que tenías que hacer el check-out, que se acabó la estancia, que te echaban del hotel, que se acabó “la fiesta”, ¡A la puta calle!.
Y bueno, tras pasar unos días de “Dolce vita”, puedo decir que tengo cientos de fotos en mis cámaras, que he realizado una decena o docena de entrevistas, tanto en vídeo como grabadas. Pero esa preciosa piscina de la cual todos hablan y sienten envidia…sana, sólo la he visto desde la ventana de mi habitación. ¡Lo juro!
Durante un par de décadas sólo en una ocasión me he dado un chapuzón, pero con tan mala suerte que sólo pude disfrutar sólo 15 miserables minutos, porque al llegar tarde al hotel, era hora de cierre… de la hermosa piscina.
Y bueno, tuve que responder al email de mi amigo: “Sí, gracias, lo estoy pasando de puta madre”.
(La foto que ilustra el post es de la piscina del «Recanto Cataratas Thermas Resort & Convention», un resort de ensueño)