Si la melancolía propia del otoño te persigue, refúgiate en Chequia. En este país la tristeza se combate con planes divertidos, cultura, rutas por preciosos bosques cobrizos y música, mucha música. Nunca un otoño fue “menos otoño” que en la República Checa.
Lo más sencillo es seguir la corriente, bajar el ritmo, adaptarse a los días más cortos, a la falta de luz y entrar en un largo letargo casi hasta la próxima primavera. Pero nos negamos. Este año en la República Checa hemos decidido que es necesario recuperar el tiempo perdido y la agenda va a ser tan intensa que no va a quedar hueco para melancolías o tristezas. Este otoño de 2021 será el más alegre que puedas imaginar. ¿Cómo lo conseguiremos? Con música, arte, diseño, carreras de caballos, y paseos por increíbles entornos naturales. Si todo ello, además, se riega con los vinos moravos recién vendimiados y se acompaña de repostería tradicional será imposible ocultar una gran sonrisa. A continuación, encontrarás ocho planes variados para viajeros amantes de la vida, la cultura y la naturaleza.
Designblok 21, la gran fiesta del diseño de Praga
Si el lema de la mayor exhibición de diseño de Chequia es ‘Felicidad’, la cita deja de ser opcional para convertirse en obligada. La 23ª edición de Designblok se celebrará del 6 al 10 de octubre, y concentrará más de 200 expositores nacionales e internacionales que están deseando compartir sus creaciones. Las nuevas ideas de diseñadores y empresas, con productos icónicos e incluso sorpresas como un témpano de hielo dentro de una iglesia también forman parte de esta gran fiesta del diseño. No faltarán firmas de renombre como Preciosa, Brokis, Rückl, TON, Petrof, y Moser, entre otros. Los escenarios principales de Designblok son tan especiales como la cita: el antiguo convento Gabriel Loci, en la calle Holečkova, y el Palacio de las Artes Industriales, en la Ciudad Vieja.
VI Festival de Música Clásica de Lednice-Valtice
Sin música la vida sería menos alegre, y sin Antonio Vivaldi el VI Festival
Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Disfrutar de las piezas del maestro Vivaldi en ocho conciertos temáticos repartidos en bellísimas localizaciones son un auténtico broche de oro al otoño de Moravia. Este año el director artístico del festival es el violinista y musicólogo español Eduardo García Salas.
Además, siempre se puede completar el viaje con algunas escapadas por la región para descubrir sus viñedos, parques naturales o ciudades.
JazzFestBrno, música para el alma
Si tuviésemos que decidir a qué suenan las ciudades checas, con Brno lo tendríamos muy fácil. Brno sería jazz. Este género musical que conmueve como pocos se apodera de la capital morava durante las temporadas de otoño e invierno. Su JazzFestBrno acoge en cada edición, desde hace dos décadas, a las estrellas más reconocidas del mundo, y atrae a más de mil amantes de su especial swing. Ganadores de premios Grammy y artistas con una sólida trayectoria recorren los escenarios del Sono Centrum, del teatro Husa na provázku o el Bobycentrum convirtiendo cada concierto en un momento memorable para los asistentes. Este inspirador festival es suficiente motivo para hacer la maleta y visitar Brno durante los próximos meses.
Un día en las carreras, la Gran Steeplechase de Pardubice
Los enamorados del mundo equino ya conocen la importancia de la Gran Steeplechase de Pardubice y acuden movidos por la emoción de asistir a una de las carreras hípicas más complejas del mundo. Caballos y jinetes deben superar 31 obstáculos distribuidos en una pista de 6.900 metros antes de llegar a la meta. Entre ellos, el denominado foso “taxis” que ni siquiera se salta en los entrenamientos previos para que el caballo no se niegue a hacerlo una segunda vez en la competición. La historia de esta carrera “campo a través” se remonta al año 1874, y sólo se celebra durante un día al año, en esta ocasión será el 10 de octubre. A ella suelen acudir más de 45.000 espectadores, entre los que los viajeros españoles son más que bienvenidos.
Un otoño mágico en la región de Toulava
La luz dorada del otoño baña por igual los coquetos pueblecitos, las redondeadas colinas y los profundos valles de Toulava. No dirime entre unos y otros, sino que impregna con la misma dulzura toda esta zona turística situada en torno a Tábor, y en los alrededores de Milevsko y Sedlčany. A medio camino entre Praga y la montaña de Šumava se sitúa un lugar perfecto para vivir el otoño checo, un espacio donde habita la leyenda en cada uno de sus monumentos y castillos, en palacios tan sorprendentes como el de Bechyně o en el claustro de Milevsko.
Haciendo honor a su significado –toulavá significa que deambula o vaga– sus espacios naturales invitan a pasear en bicicleta, a caminar por diversas
rutas senderistas, o a curiosear rincones de Tábor como el Museo del Chocolate, el Molino de Housa y el Zeměráj Experience Park (con aldeas medievales, juegos y animales domésticos). Este rincón casi secreto entre Praga y las Montañas de Šumava nunca defrauda.
Hayedos de Jizerské hory, un merecido sello de la Unesco
Este será el primer otoño de los hayedos de las Montañas de Jizerské como Patrimonio Natural de la Humanidad, una buena excusa para visitar este bosque de Bohemia del Norte. Reconocido por la Unesco dentro de la categoría ‘Bosques antiguos y primarios de hayas de los Cárpatos y otras regiones de Europa’, los 4,5 km2 protegidos se sitúan en la ladera nordeste de las montañas y está integrado en un 90% por hayas. Aunque las tonalidades de las hojas de estos árboles, muchos de ellos centenarios, nos conquistan durante los últimos meses del año, en este espacio natural también se debe destacar su carácter intrépido al desafiar las laderas rocosas.
Todo el entorno es magnífico, compuesto por bosques mixtos y hayedos, miradores y una vegetación majestuosa que es realmente la gran protagonista. No existe apenas intervención humana, ni centros de interpretación, sólo la naturaleza y tú mismo, los sonidos del bosque y la soledad de los senderos. Hasta ahora no ha sido un lugar muy transitado por lo que brinda momentos de indudable desconexión. A la zona se puede llegar en coche desde Liberec, y dejar el vehículo en Hejnice o Lázně Libverda antes de emprender la ruta a pie.
Bosques que susurran en la región de Broumov
Pueden ser los años, más de ochocientos; las brumas, que aportan misterio; el otoño, que desata la imaginación; o las rocambolescas formas de las piedras, pero la región de Broumov es uno de esos rincones de la República Checa que merece salir del anonimato. Desde los miradores de sus ciudades rocosas se advierte la inmensidad de la naturaleza y la paleta de colores que pinta de colores cobrizos muchos árboles durante esta estación.
No hay que desdeñar tampoco la invitación a recorrer, a pie o en bicicleta, sus senderos, las peñas de Broumov, el romántico cañón de Kovářova rokle o la cueva Mariana para localizar rincones idílicos que alegren vuestra galería de Instagram.
Pero más allá de sus bellos bosques, una escapada a esta zona del este de Bohemia también invita a descubrir retales de arte esparcidos por aquí y por allá, como el barroco monasterio de Broumov, con su intensa vida cultural, o el pintoresco pueblo de Polička, con su castillo y sus casitas de colores. Y si la experiencia se puede compartir con los seres queridos, aún mejor, serán recuerdos para almacenar en la memoria y en el álbum familiar para siempre.
Pančava, la cascada más grande de Chequia
No es necesario lanzar muchas lisonjas al Parque Nacional de Krkonoše. De todos es conocido su valor paisajístico y que alberga la cordillera y el pico más alto del país, el Sněžka. Sin embargo, en este espacio repleto de crestas planísimas, prados alpinos inundados de flores y misteriosos tremedales, también hay lugar para rutas tan bucólicas como la que transcurre por el valle del Elba. En ella se descubre la catarata de Pančava que parece saltar alegre de peldaño en peldaño mientras cae estrepitosamente 148 metros y salpica alrededor con su blanca espuma. Aunque la cascada se puede visitar durante todo el año, y en cada momento aporta un atractivo diferente, arropada en otoño por el bosque es un lienzo digno de la mejor pintura prerrafaelita.