Mientras el mundo admira Machu Picchu –elegido Mejor Atractivo Turístico de Sudamérica por 5to año consecutivo en los World Travel Awards–, el gobierno se ha dedicado a degradar nuestra maravilla mundial. Costó décadas formalizar Machu Picchu, organizar los circuitos, lograr que la Unesco la nombre Patrimonio Cultural de la Humanidad.
“¿La ministra de Cultura quiere ser recordada como la destructora de Machu Picchu? Por el bien del país, esperamos que no”.
En solo año y medio todo está de cabeza. Los expertos que protegían la llacta fueron despedidos o reubicados. No hay control de horarios ni circuitos de visita. La venta de entradas es un festival de informalidad y corrupción. Nuestro destino estrella es manejado como si fuera un mercadillo ambulante.
¿Cuál es el sentido de permitir la venta de entradas en Machu Picchu Pueblo? Les prometen boletos a los turistas para hacerlos pernoctar en el lugar mientras esperan. ¡Es una emboscada para sacarles dinero! Con la abierta complicidad del Mincul. Pero la incompetencia no termina allí. Estando a puertas de diciembre, solo pueden reservarse boletos hasta el 31/12, ninguno para el 2023. Los turistas de Asia y Europa están volviendo a viajar. ¿Creen que planifican sus viajes de un día para otro? Ante la incertidumbre, optarán por otros destinos.
El daño que este pandemonio ocasiona al Cusco y al turismo es terrible. Demolemos la satisfacción del visitante, damos una pésima imagen (si así son con su atractivo estrella ¿cómo serán con el resto?), desalentamos el turismo doméstico y receptivo, ponemos en peligro la preservación de la llacta.
¿La ministra de Cultura quiere ser recordada como la destructora de Machu Picchu? Por el bien del país, esperamos que no. Pero, hasta ahora, tanto ella como los ministros de Ambiente, Turismo y el premier parecen empeñados en dejar Machu Picchu por los suelos.
Nuestras más sentidas condolencias por la muerte de los bomberos aeronáuticos.
