Bolivia: La enigmática historia del «Monolito Bennett», el «Gigante de Tiwanaku»

El "monolito", también conocido como "Estela o Monolito Pachamama" o "Estela 10", representa uno de los monumentos más imponentes descubiertos en el seno del Complejo Arqueológico Monumental de Tiahuanaco, en Bolivia.

Este complejo arqueológico ostenta el estatus de Patrimonio de la Humanidad según la Unesco desde el año 2000. El monumento en cuestión fue erigido por los miembros de la antigua Cultura Tiahuanaco, una civilización precolombina que, en su apogeo, se extendía por lo que hoy conocemos como Bolivia, Chile y Perú.

Esta cultura abarcaba una vasta región que incluía la mayor parte del altiplano y el valle del sur conocido como la meseta del Collao, llegando hasta la costa del Océano Pacífico al oeste y la región del chapare al este. La ciudad de Tiahuanaco, situada a orillas del río Tiahuanaco en el departamento de La Paz, Bolivia, fungía como la capital y el principal centro religioso de esta civilización ancestral.

¿Un monolito de mal agüero?

En los últimos setenta años, el Monolito Bennett ha sido asociado con una serie de eventos desafortunados y dramáticos relacionados con la historia de Bolivia.

  Para la mayoría de las personas, esta estela es considerada como ‘khencha’ en aimara o quechua, lo que significa un objeto de mal augurio. Gran parte de esta mala reputación, según la opinión popular, se debe a su traslado en 1933 desde Tiwanaku a la ciudad de La Paz, un año después de su descubrimiento en Tiwanaku.

Según Rigoberto Paredes, estas creencias, mitos y leyendas reflejan una cosmovisión mestiza o sincrética única sobre aspectos trascendentales del pasado, presente y futuro. Tradiciones, rituales y festividades ancestrales, como la Alasita y el carnaval, nos recuerdan que todas las cosas que nos rodean tienen vida y movimiento, revelando que detrás de cada una de ellas hay algún ser o voluntad que las hace actuar.

La conquista y la colonización pueden considerarse como un gran cataclismo social y natural que afectó al Nuevo Mundo. La ciudad sagrada de Tiwanaku, conocida como la Meca o Kab’a Andina, fue vista por los colonizadores a partir de 1536 como una cantera de la que se construyeron templos, edificios, puentes, casas y una variedad de objetos. Este despojo, similar al que ocurrió en otras ciudades precolombinas como México y Cusco, fue percibido por los pueblos originarios como uno de los primeros eventos de mal agüero o ‘khencha’.

La Estela Nº 10, conocida como Bennett o Pachamama, fue descubierta a fines de junio de 1932 por el arqueólogo estadounidense Wendell C. Bennett, miembro del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York.

Curiosamente, este hallazgo coincide con el inicio de las tensiones paraguayas para recuperar la laguna Chuquisaca o Pitiantuta, que desencadenaron la Guerra del Chaco, en la que Bolivia sufrió grandes pérdidas.

Es importante destacar que la estela fue objeto de intensas controversias antes y después de su descubrimiento. En primer lugar, las sociedades científicas bolivianas se opusieron a los trabajos de Bennett debido a los abusos cometidos por algunas misiones extranjeras que destruyeron y saquearon Tiwanaku durante investigaciones previas. En segundo lugar, el traslado de la estela de Tiwanaku a La Paz fue resistido tanto por los habitantes de la zona como por las autoridades locales.

El Diario, el 25 de abril de 1933, informó sobre el aumento del nivel del lago Titicaca, que amenazaba con inundar Guaqui, coincidiendo con el inicio de los trabajos para trasladar el monolito en Tiwanaku.

El gobierno de Daniel Salamanca, en ese momento, impulsó su remoción con la ayuda de Remy Rodas Eguino, ministro de Educación (vale la pena mencionar que el actual viceministro de Cultura que aboga por devolver el monolito a Tiwanaku se llama Antonio Eguino). Este esfuerzo contó con el asesoramiento de Arturo Posnansky y el apoyo del constructor Ivica Krsul. Entre el 2 y el 9 de julio de 1933, se logró exitosamente su traslado.

Complejo arqueológico de Tiahuanaco

La estela se ubicó temporalmente en el paseo de El Prado de La Paz, pero esta acción fue fuertemente resistida por las autoridades municipales y los residentes locales. Incluso, el intendente municipal que apoyó la instalación del monolito frente al actual cine 16 de Julio fue deportado a Aiquile.

En 1940, el monolito Bennett fue trasladado a Miraflores, lo que provocó que las aguas del Choqueyapu se desbordaran y rodearan completamente la base del monumento megalítico, un evento considerado extraordinario en la historia de La Paz.

Este traslado también generó preocupación entre los deportistas locales, quienes temían que el equipo boliviano fracasara en el Campeonato Sudamericano de Fútbol debido a la ‘jetta’ (mala suerte en italiano) que supuestamente traería el monolito. Sin embargo, Bolivia logró ser sede de ese evento deportivo en 1963 y ganó el campeonato de manera invicta, rompiendo la supuesta maldición.

En 1935, debido a la disminución del nivel del lago Titicaca, Arturo Posnansky pudo observar grandes bloques emergiendo del lago frente a la isla de Anaphia, lo que se interpretó como un evento significativo. Además, los indígenas del altiplano emigraron a los valles debido a una gran sequía, mientras que Cochabamba experimentó una inundación.

Finalmente, en 2002, se informó en los medios de comunicación que parte de la tragedia que afectó a La Paz se debió a intentos de trasladar el monolito sin la autorización de las ‘w’akas’ (espíritus sagrados). Un aimara llamado Valentín Mejillones declaró que lo sucedido estaba en las profecías hasta que se obtuviera el permiso de los sagrados espíritus, quienes son los guardianes de la cosmovisión andina.»

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