EL TURISMO NACIONAL, EN SU VERANO MÁS CARO

Vacaciones en el extranjero: ¿más baratas que quedarse en España este verano?

El precio de alojarse en España se dispara y muchos viajeros optan por destinos internacionales con mejor relación calidad-precio

Vacaciones en el extranjero: ¿más baratas que quedarse en España este verano?
Maleta para el viaje. PD

El verano de 2025 marca un punto de inflexión en las vacaciones de los españoles.

Lo que durante décadas fue sinónimo de sol y playa en la Península Ibérica, este año se ha convertido en un dilema económico.

Cada vez más familias y jóvenes comparan precios y descubren que, por el mismo presupuesto, es posible disfrutar de una experiencia internacional sin renunciar a la calidad, e incluso con más servicios incluidos.

A día de hoy, 15 de agosto de 2025, el debate es real: ¿es más barato irse al extranjero en vacaciones que quedarse en España?

respuesta, según los datos, apunta en muchos casos a que sí.

El encarecimiento histórico de los hoteles y servicios en España

El turismo nacional vive su verano más caro.

El precio de los hoteles ha aumentado un 60% en la última década, según los registros del Instituto Nacional de Estadística.

Si en 2016 la factura diaria de un hotel rondaba los 74 euros, ahora se sitúa de media en 129,5 euros por noche, aunque en destinos premium como Marbella, Mallorca o Cádiz los precios pueden superar con facilidad los 200 euros la noche durante agosto. Las subidas no se limitan al alojamiento: comer en restaurantes, alquilar un coche o incluso los chiringuitos de playa han visto incrementos muy por encima de la inflación general.

Esta escalada de precios no es homogénea: mientras Granada, Las Palmas o Murcia se mantienen como opciones relativamente asequibles, provincias como Cádiz, Baleares o Barcelona lideran el ranking de los destinos más caros del país.

El coste medio de unas vacaciones de una semana en la costa española se sitúa en 1.431 euros por persona, un 8% más que el año pasado, y hay regiones donde el aumento roza el 15% respecto a 2024.

Comparativa: España frente a destinos internacionales

El encarecimiento del turismo nacional contrasta con la moderación e incluso el descenso de precios en muchos destinos internacionales. Mientras que los paquetes turísticos nacionales han subido casi un 19% en lo que va de 2025, los internacionales han bajado un 1,7%. Esta diferencia se traslada también a los vuelos: desplazarse dentro de España es este verano un 22,4% más caro, pero los vuelos al extranjero solo han subido un 12,5%.

Al analizar opciones concretas, la diferencia es significativa. Una semana en agosto para dos personas en un hotel de cuatro estrellas en Cádiz o Mallorca puede costar entre 2.500 y 3.500 euros solo en alojamiento premium, mientras que un paquete de “todo incluido” en la Riviera Maya o en Antalya ronda los 2.000 a 2.700 euros, incluyendo vuelos y traslados. Incluso en destinos europeos como Roma, París o Berlín, el alojamiento en agosto resulta más barato que en ciudades españolas como Barcelona o Menorca.

  • En Menorca, una semana de hotel y vuelo roza los 1.000 euros.
  • En Tenerife, el precio difícilmente baja de 600 euros.
  • En la Costa Brava, encontrar algo por menos de 450 euros es casi imposible.

Por el mismo presupuesto, destinos emergentes como Cabo Verde ofrecen paquetes de una semana con vuelos y hotel desde 850 euros, y en algunos casos el Caribe se presenta como una opción competitiva, sobre todo para familias que valoran el “todo incluido”.

¿Por qué es más caro quedarse que salir?

Varios factores explican este fenómeno:

  • Inflación y costes energéticos: Los gastos de hostelería y transporte han aumentado drásticamente desde 2022, impactando directamente en la tarifa final al consumidor.
  • Escasez de personal: La falta de trabajadores cualificados en temporada alta eleva los salarios y, por tanto, los precios de los servicios.
  • Presión de las plataformas de alquiler vacacional: La reducción de la oferta residencial y la fuerte demanda internacional elevan los precios de hoteles y apartamentos turísticos.
  • Demanda internacional: España sigue siendo un imán para turistas extranjeros, lo que permite a los hoteles ajustar sus tarifas a bolsillos europeos y estadounidenses, habitualmente más altos que el nacional.
  • Paquetes internacionales en promoción: Las agencias y touroperadores ofrecen precios competitivos fuera de España, beneficiados por la fortaleza del euro y acuerdos con cadenas hoteleras en el extranjero.

Consecuencias: cambio de hábitos y nuevos destinos

El resultado es claro: el 25% de los españoles reconoce que este año no podrá permitirse salir de vacaciones, y muchos de quienes sí viajan optan por destinos internacionales donde su dinero cunde más. Las agencias de viajes confirman la tendencia: cada vez más parejas y familias se decantan por Riviera Maya, Dubrovnik, Antalya o capitales europeas, donde encuentran mejores ofertas y, en muchos casos, una experiencia superior en servicios.

El turismo nacional, por tanto, se enfrenta al reto de adaptarse si quiere mantener la fidelidad de los viajeros españoles. La experiencia, el clima y la gastronomía siguen siendo valores diferenciales, pero el precio se ha convertido en la variable determinante para miles de familias.

Claves para el viajero: cómo ahorrar en vacaciones

  • Comparar precios con antelación y considerar destinos menos saturados dentro y fuera de España.
  • Apostar por apartamentos turísticos, casas rurales o campings, que aunque también han subido de precio, lo han hecho en menor medida que los hoteles.
  • Aprovechar paquetes internacionales con todo incluido, especialmente en destinos del Caribe, Turquía o norte de África.
  • Valorar el transporte: los vuelos nacionales han subido más que los internacionales, por lo que conviene comparar rutas alternativas y horarios flexibles.

En definitiva, viajar al extranjero ya no es un lujo reservado a unos pocos. Para muchos españoles, es la única forma de disfrutar de unas vacaciones sin vaciar el bolsillo. El verano de 2025 marca, sin duda, un antes y un después en la planificación vacacional de las familias, que buscan alternativas para seguir desconectando sin renunciar a la calidad ni a la economía.

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