En Etiopía

Harlaa, la ciudad que estuvo habitada por ‘gigantes’ no hace tantos siglos

"El descubrimiento revoluciona nuestro entendimiento del comercio en una parte arqueológicamente olvidada"

Los pobladores locales creían que esa zona de Etiopía había estado ocupada por gigantes hace siglos, porque los edificios y muros del asentamiento estaban construidos con enormes bloques de piedra que, pensaban, no pudieron levantar personas comunes y corrientes.

Pero esta semana un grupo de científicos británicos probó que la creencia se trata de un mito, según recoge BBC Mundo, tras haber analizado restos humanos hallados en una ciudad olvidada que data del siglo X a.C.

Las tumbas que hemos excavado tienen adultos jóvenes o adolescentes con una estatura estándar, quizá hasta un poco más bajos de lo que vemos hoy en día,

Eso dijo a la BBC el profesor Timothy Insoll, quien dirige el equipo de arqueólogos de la Universidad de Éxeter (Inglaterra), que llevó a cabo el hallazgo.

A pesar de la evidencia, el científico dijo no estar seguro de que los pobladores estén totalmente convencidos de que solo se trata de una leyenda.

‘El hallazgo revolucionó nuestro concepto sobre el comercio en la parte arqueológicamente abandonada de esta nación. Lo que hemos encontrado muestra que esta zona fue un centro de intercambio en aquella región’, apuntó el profesor Timothy Insoll, de la Universidad británica de Exeter, que lideró la expedición.

Inicialmente, el equipo encontró una mezquita del siglo XII, similar a las halladas en Tanzania y Somalilandia, así como objetos de joyería entre otros artefactos procedentes de Madagascar, Maldivas, Yemen y China, aunque las explicaciones sobre qué lugar tenía el sitio en la historia aún no estaban del todo claras.

Ahora se sabe que Harlaa, ubicada a 300 kilómetros de esta capital, fue un centro ‘rico y cosmopolita’ de la artesanía joyera.

‘Al estar cercano a Harar, uno de los enclaves musulmanes más antiguos de África, puede pasar a ser un punto clave para averiguar más sobre los primeros pasos del Islam en el continente negro’, manifestó Bilal Derso, experto en historia de la Universidad de Addis Abeba.

‘Se cree que esta fe se extendió por tierras africanas tras la muerte de Mahoma a mediados del siglo VII; no obstante, hay teorías que sugieren que envió discípulos a Abisinia en esa misma centuria. El tema es importante porque en la actualidad la nación es mayoritariamente cristiana, con solo un tercio de su población musulmana’.

‘Los residentes formaron una comunidad mixta con los extranjeros y la gente local, que comerciaba con otros pueblos del mar Rojo, el océano Índico y supuestamente con los lejanos del golfo Pérsico’.

En la actualidad, los especialistas están inmersos en el análisis de los restos de alrededor de 300 personas encontradas en enterramientos de esta mítica urbe para tratar de determinar con qué se alimentaban.

Muchos mitos son comunes a casi todas las culturas, por muy alejadas que estén geográficamente; la mayoría de ellos se basan en conceptos básicos (la oposición Bien-Mal, un diluvio como origen del mundo, entre otros).

Uno de los más extendidos es el de la existencia de gigantes, que se puede encontrar en varios continentes y civilizaciones, desde la sumeria y su descripción del héroe Gilgamesh hasta las leyendas nórdicas en las que los jotuns se enfrentan a los dioses, pasando por los cíclopes griegos, los nefilim hebraicos y el nosjthelj de los indios tehuelches.

Los pobladores locales creían que esa zona estuvo ocupada por seres con estatura superior a la norma, porque los edificios y muros del asentamiento estaban construidos con enormes bloques de piedra que, pensaban, no pudieron levantar personas comunes y corrientes.

Pero los estudios preliminares a los huesos encontrados rompen el mito. ‘Las tumbas que hemos excavado tienen adultos jóvenes o adolescentes con una altura estándar, quizá hasta un poco más bajos de lo que vemos hoy en día’, comentó Insoll.

La leyenda se basaba en los grandes monolitos usados para la edificación, pero también en las extrañas piezas que de vez en cuando encontraban los vecinos actuales al labrar sus campos y que gracias a la arqueología sabemos se trataban, en efecto, de ornamentos y monedas exóticas, procedentes de Oriente.

No obstante, ni la campaña arqueológica puede desterrar el imaginario popular. Como dice el propio Timothy Insoll sobre los presuntos arquitectos de la ciudad:

‘Obviamente hemos refutado eso, pero no estoy seguro de que nos crean plenamente; algunos dicen que los cuerpos que descubrimos son los hijos de los gigantes!’.

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