Un asunto crucial, porque igual que el pez muere por la boca, como dice el refrán, el peregrino la palma por el pie.
Ten presente que tus delicados ‘pinreles‘ se van a enfrentar a todas las superficies posibles: el asfalto, el hormigón, la zahorra de las pistas agrícolas, la incómoda gravilla, los suelos terrizos, arcillosos o calizos, etc.
No es sencillo, ante un reto tan disparatado y variopinto, aceptar de lleno con calzado que mejor se adapte a todas y cada una de las superficies.
Se necesita un calzado ni muy ligero ni muy pesado, que sea flexible y que aporte una buena estabilidad.
Todas estas características las reúnen las zapatillas de trekking y el calzado trail running que utilizan los corredores de montaña.
Ambas son más ligeras que las botas de senderismo y aportan mayor flexibilidad y amortiguación.

El calzado, los pies y las ampollas del peregrino del Camino de Santiago.
La suela es más resistente y soporta mejor los impactos y el peso de la mochila que la de una zapatilla de atletismo convencional.
El tejido impermeable y transpirable Gore-Tex evitará que se moje el pie y evacuará el sudor al exterior.
Las botas de montaña protegen mejor los tobillos y los posibles impactos de las piedras pero son más pesadas, recalientan más el pie y son muy incómodas sobre el asfalto.
La experiencia aconseja probar primero con zapatillas de trekking o trail running.