Decenas de municipios españoles se preparan para la ansiada reapertura de sus payas de cara a su disfrute estival, eso sí, absolutamente concienciados de lo que será (y conllevará) la ‘nueva normalidad’.
Aunque todo apunta a que el virus no permanece en la arena y que el agua del mar es un emplazamiento libre de contagios, se definirán una serie de normas que prometen cambiar la forma que teníamos de disfrutar del turismo de sol y costa hasta el momento. Entre ellas, nos encontraremos con fórmulas que evitarán las aglomeraciones, como el control de aforo a través de la fijación de turnos (mañana y tarde) y, en algunos casos, el cobro de una entrada simbólica que podría gestionarse a través de aplicaciones móviles.
El distanciamiento también se logrará mediante la escisión del suelo en cuadrículas o secciones con capacidad (muy) limitada y se preservará la desinfección de tumbonas y sombrillas después de su uso.
Los vigilantes tendrán un papel fundamental en nuestras ‘nuevas’ vacaciones, pues serán, junto a la policía, la máxima autoridad en las zonas de baño y deberán velar por el cumplimiento del reglamento estipulado.