La Navidad preocupa por una posible relajación social

Turismo: el temor a la tercera ola de coronavirus obligará a ampliar las restricciones hasta verano

El sector turístico confía en que la vacunación cambie el panorama cuando se generalice

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A lo que se agarran todo, desesperados, es a los supuestos efectos milagrosos de la vacuna. En cualquier caso, nadie confía totalmente.

Tras casi dos meses con restricciones de distinto tipo por todo el país, los datos epidemiológicos parecen haber consolidado una lenta, pero firme tendencia a la mejora.

La primera gran prueba de fuego para confirmarla y rebajar la incidencia a niveles aceptables llegará durante el mes de diciembre, con las Navidades como principal preocupación para los epidemiólogos.

Si, pasado ese periodo, la presencia de la Covid-19 logra ser reducida al mínimo, los expertos alertan sobre el riesgo que supondría levantar demasiadas restricciones ante la posibilidad real de la llegada una tercera ola de la pandemia en invierno. El horizonte final será el verano, cuando, según las estimaciones del Gobierno, se podrá comenzar con las vacunaciones masivas.

Por el momento, la intención del Ministerio de Sanidad es que se establezca un límite de seis personas para las reuniones navideñas y el toque de queda se mantenga, aunque algo menos estricto que hasta ahora.

Algunas comunidades autónomas han pedido flexibilizar aún más las medidas.

«Lo que tenemos que pensar es que las Navidades van a ser atípicas. Intentar salvar la Navidad sería ponernos una venda en los ojos», opina Patricia Guillem, epidemióloga de la Universidad Europea de Valencia.

«La transmisión sigue ahí y levantar las medidas haría que nos enfrentemos a una tercera ola que todavía se tiene que juntar con el frío, que aún no ha llegado».

El invierno será una época especialmente propicia para un repunte de los casos, con un clima que favorece especialmente la supervivencia del virus y una lógica tendencia a pasar más tiempo en espacios interiores y mal ventilados.

«Las cadenas epidemiológicas de contagio son silenciosas, se volverán a formar y estaremos en la lucha. El objetivo es estar ahí con los datos de incidencia lo más bajos posible».

Sin embargo, los expertos consideran que, en el caso de que baje la incidencia, las medidas podrán relajarse si se refuerzan los sistemas preventivos de Salud Pública.

La no contratación de suficiente personal para rastrear los casos positivos y frenar a tiempo las cadenas de contagio ha sido ampliamente considerada la causa del inicio de la segunda ola el pasado verano.

«La incidencia se puede mantener con menos medidas si la parte de detección inmediata funciona», declara Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria.

«Si no se refuerzan los servicios de Salud Pública con rastreadores, vamos a estar igual y, cuando baje la incidencia, volverá a subir».

Las medidas aplicadas por parte de las autoridades sanitarias han tenido un efecto innegable en la mejora de la situación en estos últimos dos meses, pero existe cierto consenso en admitir que nada habría sido posible sin la colaboración de una población que se ha concienciado ante el temor de un segundo confinamiento domiciliario.

«Está claro que sin responsabilidad individual no hay manera, por mucho que quieran imponer si no hay una disciplina, no se puede conseguir», considera Jesús Molina, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva Salud Pública e Higiene.

«La tercera ola es perfectamente evitable, pero con una autodisciplina o con un confinamiento, no hay otra».

La meta que todos tenemos en la cabeza y que los expertos confían en que sirva como motivación para cumplir más estrictamente las medidas preventivas son las vacunaciones, que comenzarán teóricamente en enero y se harán extensivas a partir de verano.

«Con la vacuna podemos conseguir ese escudo en la población vulnerable y va a disminuir la presión asistencial y el ingreso en UCI. Estaremos mucho mejor, aunque seguiremos con la mascarilla y con muchísimas restricciones», declara Molina, que prevé que «para verano, las cosas ya tienen que ser distintas».

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