La clave de la tecnología que cambia las reglas del juego es el motor eléctrico – un sistema relativamente simple y compacto de propulsión que permite a los fabricantes prescindir del capó y el amplio espacio necesario debajo para un gran motor de combustión interno, un aparato de enfriamiento del motor, y un engranaje complejo de transmisión.
Cuando esa tecnología del motor se combina con los avances de los vehículos autónomos, el coche no sólo ya no necesita el capó, sino tampoco lo que la industria denomina zonas de deformación programada, según recoge eleconomista.
El resultado: el cambio del vehículo eléctrico podría marcar el inicio del coche con forma de burbuja o de cápsula como el que popularizaró la comedia de animación futurista de la década de 1960 Los Supersónicos.
«Ese es el siguiente paso lógico», dijo a Reuters el jefe de diseño de la marca premium de Nissan <7201.T> Infiniti, Karim Habib.
«Definitivamente, es el próximo paso, especialmente si te imaginas un mundo sin accidentes con tecnología de vehículos autónomos totalmente funcional. Si los coches nunca se estrellaran, la (forma) más eficiente de movilidad personal podría ser una burbuja de cristal».