Máximo Cajal, diplomático retirado y actual representante personal de Zapatero para la Alianza de Civilizaciones, publicó un libro a finales del 2003 titulado “Ceuta y Melilla, Olivenza y Gibraltar. ¿Dónde acaba España?”, en el que defendía entregar a Marruecos las dos plazas españolas en el norte de Africa, antes de reclamar Gibraltar a los británicos. Entonces, el PSOE aseguró que había apartado a Cajal del partido por sus ideas «inaceptables«. Hoy es el asesor personal del presidente.
La polémica surgió en octubre de 2003 tras aparecer en «El País» un reportaje sobre el libro de Máximo Cajal , en el que el autor dafirma cosas como esta:
entre otras cosas, lo siguiente:
«Hay que remediar una situación que me parece básicamente injusta. Una situación colonial que es una afrenta a Marruecos y un elemento de desasosiego y mala conciencia nacional para España, que se agita en cuanto se menciona el tema. Hay que reintegrar la integridad territorial a Marruecos […] Lo razonable sería retroceder inmediatamente peñones e islotes a Marruecos. Concertar un plazo de 20 años para retroceder la soberanía de Melilla y rechazar cualquier discusión sobre Ceuta hasta tanto hubiéramos incorporado Gibraltar a la soberanía española»
Estas afirmaciones causaron un gran revuelo en Ceuta y Melilla. Aunque la Asamblea de Ceuta aprobó una moción en donde pedía que no se publicara el libro, la obra se editó.
Desde el punto de vista histórico, como subraya Kasulibes en Doce Doce, resulta humillante y disparatado el planteamiento promarroquí de Cajal:
«Perdida con toda la provincia «hispania nova ulterior tingitana», a consecuencia de la invasión de los vándalos, Melilla fue recuperada por los españoles el 17 de septiembre de 1497.
Así pues, Melilla se incorporó definitivamente a España 18 años antes de que lo hiciera el Reino de Navarra, 162 años antes de que el Rosellón fuera francés, 279 años antes de que existieran los Estados Unidos de América».
«El País» decía que el diplomático era asesor del PSOE en la elaboración del programa electoral, algo que negó rotundamente el partido, que lo situó como «un simple militante de base«, según dijo entonces el secretario general de los socialistas melillenses, Manuel Céspedes.
«No es ni ha sido nunca asesor del PSOE, ni dirigente en ningún aspecto del partido», afirmaba el socialista. Es más, la secretaria general del PSOE de Ceuta, María Antonia Palomo, dijo que Cajal había sido «apartado del partido» desde que se conocieron sus ideas sobre las ciudades autónomas. Tan apartado del partido fue que actualmente es asesor personal del presidente Zapatero nada más y nada menos que para su Alianza de Civilizaciones.
Máximo Cajal fue embajador de España en Guatemala durante el asalto por soldados guatemaltecos que costó la ruptura de relaciones diplomáticas en 1980. También fue presidente de la Delegación Española para la reducción de bases norteamericanas, subsecretario del Ministerio de Asuntos Exteriores del 91 al 94, embajador de España en Francia del 94 al 96 y director adjunto del gabinete técnico en la Subsecretaría de Asuntos Exteriores.
Precisamente el terrible incidente ocurrido en Guatemala, vuelve a saltar al primer plano estos días, después de que familiares de María Rivas de Anleu, ex secretaria del embajador español, hayan pedido judicialmente la captura y extradición del diplomático. María murió durante el asalto a la legación diplomática:
«Rodolfo Anleu, esposo de la víctima, afirma contar con «suficientes evidencias» que demuestran que Cajal «fue cómplice» de ese sangriento hecho, «por haber permitido el ingreso de los campesinos» que ocuparon la sede diplomática el 31 de enero de 1980.
Ese día, un grupo de campesinos, acompañados por estudiantes y obreros, ocupó pacíficamente la misión española para pedir el cese de la violencia gubernamental que azotaba el país. En respuesta a esa ocupación, las fuerzas de seguridad asaltaron la sede diplomática y provocaron la muerte de 38 personas, muchas de ellas abrasadas en el incendio que se declaró en el interior.
En el incendio fallecieron, entre otros, el cónsul español Jaime del Arbol; el ex vicepresidente de Guatemala, Eduardo Cáceres; el ex canciller, Adolfo Molina; la secretaria de Cajal, María Rivas de Anleu, y Vicente Menchú, padre de la Premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú Tum. Solo el embajador Cajal, y el campesino Gregorio Yujá sobrevivieron al fuego.»
El ministro Moratinos defiende a su compañero de partido, afirmando que realizó una «excelente labor». En medio de este lío que le ha surgido al señor Cajal, ha escrito un artículo en El Socialista afirmando, por ejemplo, que naciones como el Reino Unido o Estados Unidos han dado su apoyo político a la Alianza de Civilizaciones, lo cual suena a iluminación pero de las grandes, pues no hay quien se crea que más allá de las buenas palabras, Bush y Blair pierdan el tiempo o incluso lleguen a unirse al circo de la Alianza…
Pero es que encima, empeñados en ser prácticos, nos viene Cajal con que los extremistas están en todas partes, con que la Cristiandad también hizo cosas muy feas que no hay que olvidar, que hay otros extremistas (?) que matan en nombre del Altísimo… y todo tras las declaraciones de Felipe González en las que pedía que al terrorismo islámico no se le llamara así, sino internacional.
A la luz de todo lo anterios, concluye Kasulibes en Doce Doce:
Pues eso, a ver para cuándo dejan la palabrería barata y se ponen a pegar tiros -sentido figurado, entiéndase- en la dirección correcta. Porque yo también creo que a los budistas radicales y extremistas, o se les pone freno ya mismo o no habrá quien los pare. De momento lo que tenemos es la mirada hacia otro lado, dispuesta a perder tiempo, dinero y quien sabe qué más. Pues nada, ¡viva la Alianza de Civilizaciones!