Emigrante en España, carnicero en Cataluña, asesino suicida en Irak

El argelino Belgacem Bellil llegó a España como emigrante. Comenzó trabajando en el campo en Andalucía, recogiendo aceituna en Jaén. Con unos amigos, fanáticos islámicos como él, se fue a Cataluña y allí, en la mezquita Al Forkan de Vilanova i la Geltrú fue donde decididó que lo suyo era marchar a Irak y asesinar occidentales. Tras tres meses en lo que laboró como carnicero, emprendió el viaje que concluyó con la muerte de 19 italianos en Nasiriya.

Jorge A. Rodríguez reproduce en El País últimos días de vida de Belgacen Bellil y su recorrido desde la carnicería de Vilanova a la matanza de Nasiriya.

Los datos proceden del informe elaborado por la Unidad Central Especial número 2, del Servicio Central de Información de la Guardia Civil.

Un trozo de cuero cabelludo, hallado a 50 metros del cuartel de las tropas italianas en Irak, ha sido la clave para desentrañar la madeja.

Bellil, de unos 30 años, llegó, sobre agosto o septiembre de 2003, a Vilanova i la Geltrú, procedente de Jaén. Al parecer, iba en busca de trabajo. Comenzó a acudir a la mezquita de Al Forkan, en el número 12 de la calle Contxita Soler de la citada localidad.

Uno de los imanes introdujo un día en su rezo una mención a la yihad violenta. Bellil levantó la cabeza con atención, un signo que fue percibido por Mohamed Mrabet Fhasi, el supuesto jefe de la célula de captación de terroristas para Al Zarqaui desarticulada esta semana.

Los investigadores sostienen que el tangerino Mrabet lo eligió como candidato al martirio y lo acogió en su casa, sita en la primera planta del número 52 de la calle Lepanto de Vilanova. En ese piso se ha hallado un móvil a nombre de Belgacem que ahora utilizaba Mrabet. El adoctrinamiento de Bellil se hizo en esa casa, mediante un proceso «de dominio de su tiempo y su pensamiento», según la UCE-2, para dejarlo sin voluntad.

Mrabet, según los investigadores, lo puso a trabajar en su carnicería, llamada Boughaz, sita en un bajo del número 35 de la calle Providencia, en Vilanova. Belgacem trabó amistad, entre cortes hallal, con Hassan Mourdoude y Ahmed Said Hssisni.

Estos dos emprendieron antes que él viaje hacia Irak, pero en abril de 2004, tras haber combatido en Faluya a las órdenes de Al Zarqaui, fueron detenidos en Siria. Esta semana, el primero fue arrestado en su casa de la calle Mayor (en la puerta primera del tercer piso del número 22) de Vilanova y el segundo, en el tercer piso del número 24 de la calle San Esteban, en Tolosa (Guipúzcoa).

Belgacem partió de Vilanova hacia Bélgica y desde allí viajó a Damasco (Siria), en octubre de 2003. En su poder llevaba dos números de teléfono de esa ciudad: uno correspondiente a una mezquita, donde uno de sus responsables alquila habitaciones para la organización Al-Fatah, y otro de Moshin Kaybar, según la UCE-2 y la investigación de los agentes de policía italianos.

Kaybar le facilitó el paso a Irak, donde Belgacem se puso a las órdenes de Abu Omar Al Kurdi. La investigación de los servicios de información italianos (que le dieron al caso la consideración de atentado terrorista y no de acción de guerra) asegura que, ya en octubre de 2003, Al Kurdi había recibido la orden de Abu Musab Al Zarqaui de buscar objetivos occidentales. Al Kurdi, junto con Haji Thamer (muerto en Nayaf en 2004) eligieron tres: la sede de la Cruz Roja y de la ONU en Bagdad y la antigua casa de la Cultura de Nasiriya, donde estaban los italianos.

Sólo faltaba elegir a los suicidas. Belgacem ya estaba en Irak, donde había sido alojado en «una casa para solteros», una residencia donde se reúne a los candidatos a suicida. Allí, según la UCE-2 de la Guardia Civil, los esbirros de Al Zarqaui le retiraron la documentación y le hicieron cambiar de nombre por uno de tres palabras: la primera, Abu; la segunda, un nombre a elegir por el aspirante a kamikaze, y el tercero, una referencia a su lugar de procedencia. La investigación ha determinado que los terroristas van saliendo de la casa por estricto orden de llegada.

En octubre de 2003, Belgacem y un tal Abu Zuber Al Saudí partieron desde Bagdad a Nasiriya. Uno conducía una ambulancia y otro un camión cisterna repletos de explosivo militar. Pero, tras ser parados en un control del Ejército iraquí, decidieron intentarlo otro día. Mientras, los terroristas observaron que se estaban realizando trabajos de asfaltado ante la sede de las tropas italianas. Eso les daba cobertura para acercar el camión cisterna (con dos toneladas de explosivo militar), tan bien preparado que incluso salía agua por el grifo trasero, según los italianos.

El 12 de noviembre de 2003, a mediodía, el camión fue acercado a la base italiana. Como el acceso se estaba asfaltando, los terroristas no pudieron entrar a toda velocidad por el puente que daba a la frontal de la base para empotrar el camión contra el edificio. Entraron por un lateral. Mientras un terrorista tiroteaba el puesto de control, el camión provocaba una enorme tragedia.

La explosión, además de 28 muertos y decenas de heridos, abrió un cráter de varios metros de diámetro. Belgacem se volatilizó. Un resto de su cuero cabelludo fue hallado a 50 metros, pero se ignoraba su propietario. Se le extrajo el ADN y fue almacenado. Un chivatazo de Larbi Ben Sellam, detenido en junio en una operación contra el salafismo en España, permitió saber que Belgacem podía ser el suicida de Nasiriya y que había pasado por Vilanova. La Guardia Civil pidió a Argelia que le facilitara una prueba de ADN de un familiar de Belgacem. El cotejo no dejó dudas. Era él.

Los investigadores aseguran que el viaje de Belgacem fue financiado por la mezquita de Vilanova, posiblemente con el dinero destinado a la compra de un terreno para otro edificio, del cual no hay rastro. La misma mezquita, además, dio una recompensa por el sacrificio de Belgacem Bellil a su familia en Argelia.

La ambulancia, por cierto, fue usada en el atentado contra la sede de la Cruz Roja en Bagdad, el 27 de noviembre de 2003, que provocó 12 muertos. El atentado contra la sede de la ONU fue cometido el 19 de agosto, con 24 fallecidos. Entre ellos estaba el capitán de navío español Manuel Martín-Oar, de 56 años. Los tres atentados diseñados por Abu Omar Al Kurdi tuvieron éxito.

El juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu ordenó ayer el ingreso en prisión de nueve de los detenidos el pasado martes en Vilanova i la Geltrú durante la desarticulación de dos células islamistas, y dejó a uno en libertad.

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