Mentiras y medias verdades del caso Alí Agca

Su libertad ha durado una semana. Sus planes de hacerse archimillonario contando historias a los medios de comunicación están de momento suspendidos. Si quiere revelar algo, tendrá que hacerlo desde la cárcel. Si es algo importante, su vida corre peligro. Sobre todo si lo que pretende contar, se relaciona con Turquía.

Alí Agca fue detenido el sábado 21 de enero por orden del tribunal supremo turco que decretó su reingreso en prisión, entendiendo que se le habían aplicado equivocadamente los términos de la última amnistía general decretada en el país. Agca volvió hace una semana a la cárcel tras una semana de libertad en la que la expectación sobre sus posibles revelaciones sobre el atentado contra el Papa que realizará en 1981 ha sido constante.

Cuenta la web Infordeus.com que un grupo de simpatizantes se manifestaron el domingo frente a la prisión de Kartal, en Estambul, para reclamar la libertad del preso; portaban pancartas contra el gobierno que ordenó a la Justicia revisar el caso, y entre ellos estuvo su hermano, Adnan, que declaró: «Los jueces y fiscales están bajo presión y bajo amenazas», y dijo que por eso que la revisión no fue justa.

El abogado defensor de Aqca, Mustafa Demirbag, afirmó que no escatimará esfuerzos para lograr su liberación, y pedirá a la Fiscalía que actúe contra el Ministerio de Justicia y contra los que estén «ejerciendo presión en los tribunales». «Nuestros esfuerzos legales y nuestra batalla continuarán», afirmó. No obstante, expertos legales señalan que la decisión de esta corte de apelación no puede ser rebatida por ninguna otra.

La detención fue fácil y Aqca no opuso resistencia ni intentó huir, después de rumores no confirmados en días anteriores de que no se presentaba ante la policía tal y como le obligaba su libertad condicional. Al parecer, el lunes pasado no se presentó en la comisaría policial de Camcesme en Estambul, según el ministro de Justicia, Cemil Cicek. El gobernador de Estambul, Muammar Guler, aseguró el viernes día 13 que si Agca no se presentaba el lunes 16, las autoridades militares emitirían una orden de arresto para procesarlo por deserción.

No se han confirmado las informaciones procedentes de Moscú que atribuían a Ali Agca, el envío de una carta a los principales medios internacionales en los que propone conceder una entrevista exclusiva a cambio del dinero, «como una compensación por los años pasados en la cárcel». Al parecer pide la nada despreciable cifra de cinco millones de dólares por revelar quién le encargó atentar contra el papa Juan Pablo II. Lo reveló el primer canal de la televisión rusa.

El siguiente rumor que ha dado la vuelta al mundo es que Alí Agca rodará en México escenas del film en el que se interpretará a sí mismo. El semanario italiano ‘Gente’ es el origen de la noticia, afirmando que varias productoras de Hollywood le pagarían un total de 8 millones de dólares. El contrato le prohibiría revelar ningún detalle de lo ocurrido hasta que se estrene. «Por esto ha rechazado una entrevista exclusiva televisiva por la que se hubiera embolsado 600.000 dólares». Según ‘Gente’, el abogado del turco, Mustafá Demirbag, ya habría cobrado un anticipo de 500.000 dólares. El diario ‘El Universal’ trato infructuosamente de corroborar en Los Ángeles, con las principales compañías cinematográficas independientes, la veracidad de esta información.

Y en tercer lugar, el periódico turco Hurriyet publicó misivas manuscritas presuntamente del puño y letra de Mehmet Alí Agca. En una de ellas, fechada el 1 de septiembre de 2000 y dirigida al jefe de la agencia turca de inteligencia, Agca pidió salir de la cárcel de forma que pudiera viajar a Afganistán, infiltrarse en la red terrorista Al Qaida y capturar a Bin Laden “vivo o muerto”. “Encantado llevaría a cabo esta misión histórica incluso si me costara la vida”, escribió Agca. “Si me convierto en héroe nacional en Estados Unidos, eso sería bueno para el pueblo y el estado turcos”.

Si resulta que la carta es auténtica, Agca —del que se dice le gusta hacerse publicidad— podría haber estado ofreciendo sus servicios en un intento por obtener favores del estado turco y con la esperanza de convertirse en un héroe internacional. Agca ofreció donar una recompensa de cinco millones de dólares, que dijo le ofrecieron por capturar a Bin Laden, a los sobrevivientes de un par de devastadores terremotos ocurridos en Turquía en 1999. “Por favor vayan inmediatamente a Washington, reúnanse con los directores de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y terminemos rápido con este trabajo”, escribió.

En la misma misiva, Agca también afirmó que había planeado dos atentados contra la vida del entonces presidente sirio Hafez Assad —al que llamó enemigo de Turquía— entre 1979 y 1980. No proporcionó más detalles.

El abogado de Agca, Mustafá Demirbag, dijo que no podía confirmar la autenticidad de la carta. “Estoy desconcertado”, declaró Demirbag. “Si existe dicha misiva, me interesaría saber quién se la dio al periódico y por qué”. El diario no indicó cómo la obtuvo. La agencia AP recuerda juiciosamente que ha habido interrogantes sobre la salud mental de Agca en el pasado, del que se conoce ha tenido frecuentes ataques y ha llegado a afirmar que es el Mesías o Jesucristo.

Lo que está claro es que, de momento, nadie sabe a ciencia cierta los motivos que llevaron a Agca a intentar asesinar a Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981. Las hipótesis que entonces -y aún hoy- se barajaron fueron varias: la más creíble parece culpar a la KGB, y en su nombre a los servicios secretos búlgaros, de la responsabilidad del atentado. Las pruebas que podrían confirmarlo tienen que ver con el número de casquillos encontrados, uno más que el número de disparos que el turco realizó con su pistola. Otra de las versiones más socorridas es la que achaca a Alí Agca una «locura» transitoria. Las hipótesis que parecen menos creíbles recurren a la CÍA, que habría convencido a Agca para que culpara a la KGB; o al secreto de Fátima, gracias al cual el turco se auto proclamaría años después como un ´medio mesías’ encargado de hacer la voluntad divina. Todo ello carece de base frente a la hipótesis que se desarrolla en un libro de próxima aparición del editor de Infordeus: la acción de Alí Agca intentó provocar un impacto mundial como el que luego se consiguió con el 11-S. Ambas acciones son fruto del islamismo revolucionario. La de Alí Aqca probablemente del shiísmo iraní de los ayatolas. La de las Torres Gemelas del sunismo salafista y wahabista de Al Qaeda.

EL AVISO VEINTE AÑOS ANTES

Mehmet Ali Agca había nacido en el lejano pueblo de Yesiltepe, al este de Turquía y había sido criado en un semillero del fundamentalismo islámico, a la edad de 19 años se unió a Los Lobos Grises, un grupo terrorista infiltrado por agentes soviéticos y occidentales, turcos e islamistas de varias tendencias, incluida la shií del Irán del ayatolá Jomeini. Hay quien dice que el complot fue preparado en Teherán con la completa aprobación del Ayatolá Jomeini. Matar al Papa era el primer movimiento de la Jihad, la guerra santa contra occidente y lo que Jomeini consideraba sus valores decadentes por la mayor iglesia cristiana.

Fueran sus impulsores shiítas o sunitas, o actuara por propia cuenta, cosa que no hay que descartar, Agca había escapado de la cárcel turca de Kartal Maltepe el 23 de noviembre de 1979, donde estaba preso por el asesinato de Abdi Ipekci, redactor-jefe del diario Milliyet, de izquierda moderada. Al día siguiente de escapar de la cárcel, Agca envió una carta al diario Milliyet, amenazando con matar al papa durante su prevista visita a Estambul, que habría de realizarse tres días después:

“Los imperialistas occidentales, temiendo que Turquía y sus naciones islámicas hermanas puedan convertirse en una potencia política, militar y económica en el Próximo Oriente, envían a Turquía, en tan delicado momento, al Jefe de las Cruzadas, Juan Pablo, disfrazado de dirigente religioso. Si esta visita… no es cancelada, sin duda, mataré al Papa-jefe. Este es el único motivo de mi huida de la cárcel. Además, la responsabilidad en el ataque a La Meca, atribuible a norteamericanos e israelíes, no quedará sin castigo” (Tribunal de Roma, Declaración de motivos, 11)

Es la carta de un fundamentalista islámico exaltado, pero se dijo que Agca bebía alcohol y rara vez se le veía en una mezquita. Se descartó rápidamente la pista del Islam radical, como si fuera mejor no mencionarlo.

Pero, según el Mossad la carta se había escrito en Teherán: su estilo y contenido sobrepasaban la capacidad del casi analfabeto Agca. Los rastreos informáticos del Mossad revelaron que Jomeini en sus discursos, se había dirigido al Papa como el «comandante de las cruzadas» y el «Papa comandante».

En enero de 1981, Agca visitó Libia y Bulgaria sembrando pistas falsas. El 13 de mayo de 1981 a las 17,17 horas una suerte inmensa o un milagro de la Virgen salvaron la vida del Papa de sus certeros disparos. Cumplió 19 años de cárcel en Italia hasta que en junio de 2000 fue extraditado a Turquía. Y ya en su país condenado a siete años más de prisión por un robo a mano armada en Estambul en 1970.

Agca fue descrito por el fiscal Antonio Marini en el juicio de apelación que se celebró en Roma en 1986, como un verdadero precursor de los ‘kamikazes’ del 11 de septiembre. El terrorista turco fue condenado por este delito a cadena perpetua en julio de 1981. Durante todo el proceso intentó defender la tesis de que había actuado en solitario dominado por una especie de esquizofrenia paranoica que le llevó a creerse una especie de redentor del Islam. De hecho, los policías que lo detuvieron encontraron en su bolsillo una carta de despedida, muy similar a la que sería hallada más de 20 años después, entre los efectos personales de Mohamed Atta, el director de los atentados del 11 de septiembre. “Hay que estar limpio y en armonía por fuera como por dentro. Hago un poco de gimnasia y después me ducho. Me arrodillo (…) leo algunos versículos del libro sagrado universal y rezo en voz alta diciendo, Dios omnipotente, llévame hoy al paraíso”.

Agca siempre se ha empeñado en embrollar los datos, aventurando las más complejas explicaciones, incluida una reciente:que los verdaderos instigadores del atentado se encontraban dentro de la fortaleza vaticana.

Y efectivamente, no le falta base, porque el Vaticano fue advertido de antemano por el SDECE, el servicio francés de documentación exterior y de contra-espionaje: “En el mes de abril de 1981, ciertos servicios del SDECE, aún dirigido por Alexandre de Marenches, están persuadidos de que se prepara un atentado contra el papa. Disponen de suficiente información y es suficientemente seria como para inducir su convicción absoluta: ¡un asesino va a pasar a la acción en Roma! En torno al 20 de abril, Alexandre de Marenches envía a dos de sus más próximos colaboradores cerca del Santo Padre para advertirle del peligro… Recibidos discretamente en el Vaticano, transmiten a la Santa Sede la información detallada de la que disponen. Esta información es explosiva, pues pone directamente en cuestión a una potencia extranjera”.

Juan Pablo II había hablado recientemente de forma muy dura contra el Islam y los peligros que entrañaba su fundamentalismo. Al visitar la planta de Olivetti, en Ivrea, el Papa había sorprendido a los trabajadores con un pasaje espontáneo de su discurso: «lo que el Corán predica es agresión; Lo que nosotros enseñamos es paz. Por supuesto, siempre esta la naturaleza humana que distorsiona cualquier mensaje religioso, pero aunque la gente pueda ser descarriada por los vicios y los malos hábitos, la cristiandad aspira al amor y la paz. El Islam es una religión que ataca, si se empieza por enseñar agresión a la comunidad, se termina por alimentar los elementos negativos de todos. Ya se sabe a qué conduce eso: esa gente nos va asaltar».

Agca fue un asesino profesional que algunos piensan que contó todo lo que sabía al Papa haciéndole cambiar de actitud en la valoración de la amenaza islamista y la necesidad de acercarse a Israel. Se dice que más de una vez había comentado a sus allegados que el verdadero conflicto del porvenir en el mundo no tendría lugar entre el Este y el Oeste, Rusia y Estados Unidos, sino entre el fundamentalismo islámico y la cristiandad. En publico tenia buen cuidado de separar la fe del Islam, del fanatismo fundamentalista.

El 13 de abril de 1986, Juan Pablo II hizo algo que ninguno de sus predecesores había hecho nunca, Entro en la sinagoga de Roma en Lungotevere dei Cenci, donde lo abrazo el rabino principal de la ciudad; cada uno con sus propios ornamentos, los dos hombres caminaron lado a lado entre la silenciosa congregación hasta la teva, la plataforma desde donde se lee la Torah. Por fin en diciembre de 1993 llego el reconocimiento Papal que quería Israel, cuando se establecieron relaciones diplomáticas a pesar de la oposición de los representantes de la línea tradicional vaticana.

El potente movimiento Milli Görüs, fundamentalistas islámicos que controlan la inmigración turca en Alemania, estuvieron en relación con los Lobos Grises, donde militaba Alí Agca cuando intentó matar al Papa. «Poco a poco comenzó a desarrollar una política de expansión del Islam fundamentalista dentro de Europa, buscando dominar las mezquitas ya existentes en Alemania, crear otras bajo su control o formar instituciones culturales musulmanas bajo su dirección. Al mismo tiempo, Mili Görüs afianzó su contacto con grupos políticos afines en Turquía, algunos de ellos prohibidos como el llamado «Partido de la Virtud», perteneciente al ala más radical de los fundamentalistas islámicos turcos, o grupos neo fascistas como el Movimiento Nacionalista turco, también conocido como los Lobos Grises», escribía Sergio Correa en 02.04.02 para Radio Nedeerland. «Al parecer Milli Görüs no descarta ninguna posibilidad que facilite la expansión de su movimiento… El objetivo es formar un partido islamista dentro de Alemania y así extender efectivamente su influencia dentro del país y de Europa’. A través de un largo y refinado trabajo, Milli Görüs ha logrado dominar el llamado Consejo del Islam, una asociación de instituciones musulmanas a través de la cual tiene dominio directo sobre seiscientas de las novecientas mezquitas que existen en Alemania.

Hubo la intención de provocar una guerra mundial, ligando las predicciones del tercer secreto de Fátima con el atentado. Se especulaba con la Tercera Guerra Mundial, en la que serían aniquiladas varias naciones: “Antes de que eso suceda, el papa reinante habrá sido asesinado” «el incidente de la Plaza de San Pedro tuvo lugar en el mismo día y a la misma hora de la primera aparición de la madre de Cristo a unos pobres pastorcillos».

El atentado falló, la provocación no funcionó, un silencio espeso cayó sobre el caso. El Vaticano miró a otro lado. Pero pudo ser el inicio de algo de lo que tomaríamos constancia hasta 20 años después. Del 13 de mayo de 1981 al 11 de septiembre de 2001. De un turco a un saudita. Un tenue hilo de oro.

Un caso que Robert M. Gates -con 27 años de experiencia en la CIA, a la que dirigió entre 1991 y 1993- calificó como el «último gran secreto de nuestro tiempo».

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