Criados para odiar

Criados para odiar

La controversia a causa de las viñetas danesas del profeta Mahoma pasa por alto por completo lo esencial. Por supuesto, las viñetas son ofensivas para los musulmanes, pero las viñetas del periódico no autorizan el incendio de edificios o el asesinato de inocentes. Escribe Nonie Darwish que los Las viñetas no provocan la enfermedad del odio que vemos en el mundo musulmán en las pantallas de nuestra televisión por la noche – son el síntoma de una enfermedad mucho mayor.

Nací y crecí como musulmana en El Cairo, Egipto, y en la franja de Gaza. En los años 50, mi padre fue enviado por el Presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser, a encabezar la Inteligencia militar egipcia en Gaza y el Sinaí, donde fundó los fedayínes palestinos, o “resistencia armada”. Llevaban a cabo incursiones fronterizas en Israel, matando a 400 israelíes e hiriendo a más de 900.

Mataron a mi padre como resultado de las operaciones de los fedayínes cuando yo tenía ocho años. Fue elogiado por Nasser como héroe nacional y era considerado un shahid, o mártir. En su discurso de anuncio de nacionalización del Canal de Suez, Nasser prometió que todo Egipto se cobraría venganza por la muerte de mi padre.

Mis hermanos y yo fuimos increpados por Nasser: “¿Quién de vosotros vengará la muerte de vuestro padre matando judíos?” No mirábamos entre nosotros sin habla, incapaces de responder.

En la escuela de Gaza, aprendí odio, venganza y respuesta. La paz nunca es una opción, puesto que se consideraba un signo de derrota y debilidad. En la escuela cantábamos canciones con letras llamando “perros” a los judíos (en la cultura árabe los perros se consideran impuros).

La crítica y el cuestionamiento estaban prohibidos. Cuando yo hacía cualquiera de ellos, se me decía: «Los musulmanes no pueden amar a los enemigos de Alá, y aquellos que lo hagan no recibirán clemencia en el infierno». Cuando era joven, visitaba a una amiga cristiana en El Cairo durante las oraciones de viernes, y ambas escuchábamos los ataques verbales contra cristianos y judíos desde los altavoces fuera de la mezquita.

Decían: «Que Alá destruya a los infieles y a los judíos, los enemigos de Alá. No debemos frecuentarlos o hacer tratados con ellos». Escuchábamos a los muecines y respondíamos “Amén”.

Mi amiga parecía asustada; yo estaba avergonzada. Allí fue cuando me di cuenta por primera vez que había algo que estaba muy mal en el modo en el que se enseñaba y practicaba mi religión. Tristemente, el modo en el que fui educada no era único.

Centenares de millones de musulmanes más también se han criado con el mismo odio a Occidente y a Israel como modo de distraer de los fracasos de sus líderes. Las cosas no han cambiado desde que era pequeña en los años 50.

La televisión palestina exhorta a los terroristas, y los libros de texto niegan la existencia de Israel. Más de 300 escuelas palestinas son bautizadas en honor a shahids, mi padre incluido. Tanto las carreteras de Egipto como las de Gaza aún reciben su nombre – igual que el de otros «mártires».

¿Qué clase de mensaje envía eso acerca del papel de los terroristas? Que son héroes. Los líderes que firman tratados de paz, tales como el Presidente Anwar Sadat, son asesinados. Hoy, el presidente islamofascista de Irán utiliza soflamas nucleares, negaciones del Holocausto y amenazas de «barrer a Israel del mapa» como modo de mantener el control de su dividido país.

De hecho, con Dinamarca a punto de ocupar la presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad de la ONU, las llamas de la controversia de las viñetas han sido avivadas por Irán y Siria. Esto es crítico, puesto que se espera que la Agencia Internacional de la Energía Atómica remita a Irán al Consejo de Seguridad y exija sanciones.

Al mismo tiempo, Siria está bajo escrutinio por sus acciones en el Líbano. Irán y Siria desean desconcertar cínicamente a los daneses con el fin de alcanzar sus peligrosas metas.

Pero las concentraciones y los disturbios llegaron de un público ducho de rabia. Desde mi niñez en Gaza hasta hoy, culpar a Israel y a Occidente ha sido una industria del mundo musulmán. Cuando quiera que la paz pareciera alcanzable, los líderes palestinos encontraban grupos que harían de todo para sabotearla. Permitieron que su pueblo fuera utilizado como carne de cañón de la jihad árabe.

Los dictadores de los países circundantes a los palestinos estaban completamente satisfechos de explotar a los palestinos como distracción de los problemas de sus propios patios. La única voz fuera del control gubernamental en estas áreas han sido las mezquitas, y estos lugares de culto se han llenado del lenguaje de la jihad.

¿Es sorprendente que tras décadas de adoctrinamiento en una cultura de odio, esa gente odie realmente? La sociedad árabe ha creado un sistema de dependencia del miedo a un enemigo común.

Es un sistema que les ha traído la tan necesarias unidad, cohesión y conformidad en una región recorrida por feudos tribales, inestabilidad, violencia y corrupción egoísta. Así que los líderes árabes culpan a los judíos y a los cristianos en lugar de proporcionar buenas escuelas, carreteras, hospitales, viviendas, empleo o esperanzas a sus pueblos.

He vivido dentro de esta zona de guerra de dictaduras opresoras y estados policiales durante 30 años. Los ciudadanos competían por complacer y glorificar a sus dictadores, pero miraban para otro lado cuando los musulmanes torturaban y aterrorizaban a otros musulmanes.

Fui testigo de matanzas de honor de chicas, opresión de las mujeres, mutilación genital femenina, poligamia, y sus efectos devastadores sobre las relaciones familiares. Todo esto está destruyendo la fe musulmana desde dentro.

Es hora de que los árabes y los musulmanes defiendan a sus familias. Debemos dejar de permitir a nuestros líderes que utilicen a Occidente y a Israel como excusas para distraer de su propia dirección fracasada y de la ausencia de libertades de sus ciudadanos.

Es hora de dejar de permitir que los líderes árabes se quejen de las viñetas mientras cierran los ojos ante la gente que difama el islam sosteniendo Coranes en una mano mientras matan gente con la otra.

Los musulmanes necesitan empleos – no jihad. Las disculpas por las viñetas no solucionarán los problemas. Lo que se necesita es esperanza y no odio.

A menos que reconozcamos que la cultura de odio es la verdadera raíz de los disturbios que rodean a esta controversia de las viñetas, esta sobre reacción peligrosa será solamente el principio de un choque de civilizaciones que el mundo no puede aguantar.

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