Mentiras y bombas

Subraya Alfonso Rojo en ABC que es una de esas frases, que los reporteros repiten como un mantra: “La primera víctima de la guerra es siempre la verdad”. Y añade que le vino a la memoria a propósito de esas imágenes manipuladas, que un fotógrafo llamado Adnan Hajj colaba en Reuters y la prestigiosa agencia ha estado sirviendo a sus clientes.

Afirma Alfonso Rojo que sería de agradecer que los periódicos que publicaron a toda página esas fotos, en las que el tramposo Hajj metía a golpe de Photoshop ruinas, bombas y sufrimiento, informasen de la chapuza. O que la Cadena SER, que abrió sus noticieros hablando de “un nuevo genocidio de Israel” y citando las lágrimas de Fuad Sinora, explicaran a sus millones de oyentes que en Houla no hubo ni un solo muerto, como ha terminado reconociendo el compungido primer ministro libanés:

De todas formas, eso no es esencial. En la bruma de la guerra se cuelan pifias, trampas y errores. Lo clave es la incomprensión con que multitud de medios de comunicación, políticos y comentaristas abordan el drama de El Líbano.

Israel no ido a la guerra porque su frontera haya sido violada y dos de sus soldados secuestrados. No despacha sus aviones por el placer de castigar a un frágil vecino que ha permitido a los fanáticos de Hezbolá construir un mini estado en el sur y montar un ejército de 4000 fanáticos.

El telón de fondo de la draconiana reacción es la llamada del presidente iraní a borrar Israel del mapa. Las reiteradas palabras de Ahmadinejad no pueden ser tomadas como una inocua bravata, viniendo de la boca del líder de un país que construye la bomba atómica y lleva bastantes años, al alimón con Siria, armando hasta los dientes a los terroristas de Hezbolá.

Los mismos aviones, que en las navidades de 2003 despegaron de Damasco cargados de ayuda humanitaria para las víctimas del terremoto de Bam, retornaron de Teherán con asesores y armamento.

Ese material, incluyendo misiles de largo alcance Zelzal, equipos de comunicación por satélite, toneladas de explosivo Semtex, proyectiles Sagge, cohetes Fajr-3 y Fajr-5, sofisticados RPG-29 y otros artefactos de fabricación rusa, es lo que ha estado afluyendo al sur de Líbano, durante muchos meses, por esas carreteras y puentes que ahora revienta la aviación israelí.

El fondo del problema no es que hayan muerto unas decenas de israelíes. Ni siquiera que Hezbolá apunte deliberadamente a objetivos civiles. Israel está acostumbrado a esas tragedias y a la pasividad internacional.

El drama, lo que obliga a actuar sin contemplaciones, es la convicción de que los terroristas usarán misiles mucho más potentes si tienen oportunidad, los atiborrarán de gases letales cuando se los suministren sus padrinos y hasta echarán mano de la bomba atómica, si Ahmadineyad se la pasa un día.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído