Llamar al enemigo por el nombre que utiliza para sí mismo

La campaña organizada contra el uso del término «fascistas islámicos» por parte del gobierno es una indicación de que la Guerra de Ideas resuena en el centro de la Guerra contra el Terror. En este choque de ideas y términos, es la educación del público, así como la identidad de aquellos que educan, lo que va a marcar la pauta. Contra menos informados estén los americanos acerca de la ideología del enemigo, más pueden atacar al presidente, a los líderes del Congreso y a los líderes mundiales los grupos de presión islamistas, utilizando con engaños la movilización del público.

Escribe Walid Phares que el término utilizado por el presidente — «fascistas islámicos» — al referirse a los conspiradores de al-Qaida en Londres, provocó una oleada de reacciones negativas por parte de los grupos islamistas, pero también de grupos musulmanes moderados en todo el mundo.

Lo más probable es que el presidente quisiera decir «Islamo-fascistas» al intentar mostrar a los radicales. Pero los grupos islamistas se dieron prisa en «interpretarlo» como equivalente a «los musulmanes son fascistas» — una premisa que habría provocado justificadamente sentimientos negativos por parte de la comunidad musulmana, moderados incluidos.

«Islamo-fascismo», por otra parte (un término utilizado por el presidente en discursos del 2005), supone un término más preciso porque se refiere a un conjunto particular de ideologías y movimientos tales como el salafismo, el wahabismo o el jomeinismo, no a una comunidad religiosa per se. Igual que la palabra «Cruzados» no equivale a «cristianos», el término «islamistas» no equivale a «musulmanes».

En los debates árabes online y en los medios, los musulmanes y árabes orientados hacia la reforma que se oponen al fundamentalismo llaman a los seguidores de lo primero Islamiyín (islamistas), fashiyín (fascistas), jihadiyín (jihadistas) y demás. Irónicamente, los radicales de al-Qaida o Hezbolá se identifican a sí mismos como «islamistas» o «jihadistas».

De ahí que lo más lógico sea utilizar la terminología fabricada por ambos bandos musulmanes: islamistas, jihadistas.

Pero es importante que los líderes, los intelectuales y los académicos expliquen a sus audiencias que las palabras forman parte de la Guerra de Ideas. El público tiene que comprender que existen fuerzas políticas que están presionando a gobiernos y medios de todo el mundo con el fin de bloquear el conocimiento, como parte de un esfuerzo por escudar a los radicales y a los terroristas.

He aquí un léxico resumido de palabras básicas:

En vista de la sensibilidad y la complejidad del debate, los términos a evitar son cualquier asociación del término musulmán con terrorismo, fascismo, etc., especialmente si se generaliza. Uno puede nacer musulmán, pero convertirse en islamista. De modo que el término islámico es un atributo del comportamiento, de acción o autoafirmación.

La identificación raíz entre musulmanes e islámico está clara, pero la minucia lingüística entre islámico e islamista en árabe es muy reducida. En inglés (y en otros idiomas occidentales) lo mejor sería utilizar el término más identificable al tratar un movimiento ideológico. Mientras que uno puede utilizar el término islámico cuando asocia con el radicalismo, tendría vigencia académica utilizarlo al destacar el atributo de grupos radicales islámicos, el lugar de radicales islámicos. Esta descripción sintonizaría con, por ejemplo, «cualquier-otro-grupo mas radical».

Sin embargo, como avanzaba arriba, el término más preciso está tomado directamente del árabe, como islamistas o jihadistas. Ambas son ideologías bien conocidas con agendas políticas y militantes claras, utilizadas masivamente en el mundo árabe y musulmán.

Islamista es un término perfectamente legítimo que describe una ideología particular tal como el salafismo, el jomeinismo o el jihadismo. No solamente se utilizan como indicador de una ideología y no de una comunidad en el mundo académico, sino que es utilizado por sus seguidores en todo el mundo. Añadir así atributos a islamista se utiliza y se comprende académicamente. Por ejemplo: islamistas fascistas o islamo fascistas, islamistas salafistas, etc.

Pero el término más descriptivo del «movimiento» real en guerra con Estados Unidos y las democracias de todo el mundo es claramente jihadismo o al Jihadiya. Es una doctrina militante, una ideología, que ha generado movimientos, incluyendo las organizaciones terroristas en guerra con Estados Unidos, Europa, Rusia, la India o los países musulmanes y árabes moderados. Los medios y los gobiernos árabes utilizan esta terminología, pero el argumento más importante es que los terroristas se describen a sí mismos cuando están en acción como jihadistas, e ideológicamente como islamistas.

Si los grupos islamistas de presión critican a algún funcionario por utilizar el término jihadista o jihadismo, se les puede responder que en la Segunda Guerra Mundial, los Nazis se llamaban a sí mismos Nazis.

El presidente norteamericano, el Congreso y los demás líderes mundiales tienen el deber de alertar al público con respecto al nombre, la ideología y los planes del enemigo — en este caso, los jihadistas.

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