Los sonrientes asesinos del 11-S

Los sonrientes asesinos del 11-S

El vídeo es un siniestro testamento. En él, aparecen Mohamed Atta, el jefe de los terroristas suicidas del 11-S, junto a Ziad Jarrah, otro de los secuestradores. Lo grabaron en Afganistan, meses antes de la carnicería y ahora ha llegado a manos del FBI y del Pentágono. También del británico The Sunday Times.

El rotativo no desvela la procedencia de la cinta y afirma haberla obtenido a través de «un canal comprobado previamente«, sin dar más detalles.

La revista Newsweek revela en su página web que el vídeo fue decomisado por militares norteamericanos en Afganistán, tras la invasión del país taliban en el otoño de 2001.

Atta, el cabecilla de los 19 facinerosos que perpetraron los atentados del 11-S, aparece filmado, en una grabación del 18 de enero de 2000, leyendo un documento en árabe en el que expresa su última voluntad de cara al “martirtio”.

Junto a él, está Ziad Jarrah, secuestrador del vuelo 93 de United Airlines que se estrelló en Pensilvania.

Esta es la primera vez que sale a la luz una filmación de Atta, que manejaba el avión de la American Airlines que se estrelló en la torre norte de las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York.

La cinta no incluye sonido, por un error técnico en la grabación, y personas especializadas en lectura de labios han intentado sin éxito tratar de descifrar lo decían.

Pese al cometido que tenían por delante, a los dos hombres se les ve animados y sonreían frente a la cámara. Son dos asesinos divertidos ante la idea de provocar una masacre en Occidente.

El vídeo, de buena calidad, muestra además al líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, hablar ante sus seguidores en su base en Kandahar.

Entre la multitud que escucha al multimillonario saudí se distingue a uno de los principales involucrados en el 11-S, Ramzi Binalshibh, así como también a un guardaespaldas que tenía el cometido de matar a Bin Laden de dos disparos en la cabeza si era capturado.

La grabación podría ayudar a resolver las dudas que aún se ciernen sobre el paradero de Atta en enero de 2000, después de que escapase de su casa de Hamburgo.
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UN VIAJE POR LA MENTE DEL TERRORISTA QUE DESTRUYO LAS TORRES GEMELAS
El novelista británico Martin Amis ha reconstruido los últimos días de la vida de Mohamed Atta, jefe de la célula terrorista islámica que estrelló el primer avión contra ese símbolo del poder económico mundial. El relato es impactante y polémico:

El 11 de septiembre de 2001, abrió los ojos a las 4:00 h, en Portland, Maine; y comenzó el último día de Mohamed Atta.

¿Cómo era la escena en que despertó? Una habitación en un hotel, del tipo designado como «económico» en su guía -un nivel por encima de «básico».

Era un Repose Inn, parte de una cadena. Pero no era como los otros Repose Inns en los que se había alojado: en establecimientos higiénicos, con mucha actividad. Este lugar era pesado y solemne, laberíntico y tan viejo como la mayor parte de su clientela.

Y era barato. Bueno. El acolchado de nylon pesado como un chaleco de plomo; un televisor grande cuadradote sobre la cómoda enfrente; y la heladera blanca abollada -donde, como si nada, el motivo por el cual Mohamed Atta estaba en Portland, Maine, estaba enfriándose en un estante…

La particular frugalidad de esas últimas semanas era parte de un combate devocional que estaba llevando adelante. Igual que los otros, asistía a sus oraciones, pagaba sus limosnas, se lavaba a menudo, comía poco. (Pero no era como los demás.) Unos días antes, sus fondos operativos adicionales —unos veintiséis mil dólares— habían sido girados sobriamente de vuelta al intermediario en Dubai.

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