Los talibán se refuerzan en la región de Afganistán donde opera España

Los talibán preparan un nuevo frente de guerra en el oeste de Afganistán, en la región donde operan las tropas españolas . Esto, al menos, es lo que afirma Ahmed Rashid, autor de la obra «Talibán» y uno de los grandes expertos en el movimiento integrista afgano.

Explica Francisco de Andrés, enviado de ABC a la zona, que la decisión de los comandantes talibanes de abrir un frente desde la frontera con Irán va dirigida a suavizar la presión internacional sobre el régimen de Pakistán, al que muchos dirigentes políticos y militares occidentales acusan de connivencia con los patanes que protagonizan la fuerte ofensiva terrorista que ensangrienta desde el verano el sur de Afganistán.

Rashid se entrevistó hace días en Kabul con dirigentes militares de la Alianza Atlántica y de Estados Unidos, y pudo constatar el «elevado grado de cansancio y desconcierto» por el rumbo de la campaña militar occidental en Afganistán:

«La impresión que saqué es que todos están hartos por la falta de resultados en la campaña y por la división interna de la OTAN».

La Alianza solicitó con apremio hace semanas más soldados para reemplazar a los norteamericanos y reforzar las actuales operaciones en el sur, pero hasta hoy sólo ha encontrado renuencia en la mayor parte de las capitales aliadas.

¿Por qué se van las tropas de Estados Unidos de las zonas más conflictivas del país?
La respuesta apunta, según Rashid, a la presión interna. La Administración Bush es ahora más sensible a la situación bélica en Irak, donde prosigue la sangría de bajas, y necesita «derivar tropas de Afganistán» para enviarlas a Bagdad y sus alrededores.

Suma de torpezas
El operativo de reemplazo de los norteamericanos por las fuerzas de la OTAN está produciendo una sensación de vacío en varias regiones, que los talibanes aprovechan gracias a su mayor conocimiento del terreno. Ahmed Rashid apunta, además, otra razón de torpe estrategia política por parte de Washington.

Durante años, la obsesión de Estados Unidos -y la presión consecuente sobre el régimen «aliado» del general Musharraf- se ha centrado en las regiones del noroeste de Pakistán. En concreto, en las llamadas áreas tribales, donde se sospecha que se esconden Osama bin Laden y sus principales secuaces.

Islamabad se plegó a esa presión enviando 80.000 soldados a la zona para perseguir a Al Qaida, mientras los talibanes se hacían fuertes en el suroeste de Pakistán, en la provincia de Baluchistán, donde manda desde el 2002, con la ayuda indirecta de Musharraf, la alianza de partidos religiosos paquistaníes.

La actual ofensiva de los talibanes afganos en el sur del país, que ha desconcertado por su fortaleza y audacia a los propios comandantes de la OTAN, no puede entenderse según Rashid sin la cooperación de Pakistán. Los talibanes tienen sus cuarteles generales en Baluchistán, en la ciudad de Quetta, y mantienen una presencia más oculta pero muy activa más al norte, en Peshawar, capital de la Provincia del Noroeste.

Reciben ingresos de la droga -que conoce una explosión nunca vista en el pasado-, de las fundaciones islamistas del Golfo, en particular de origen saudí, y de miles de madrasas (escuelas coránicas) radicales paquistaníes.

Todo ello se ha gestado mientras la CIA y las tropas de Islamabad perseguían a los cuadros de Al Qaida más al norte, con resultados muy modestos.

Al que se hace de miel
El resultado de esta estrategia norteamericana ha sido la creación de una situación en todo el área «muy frágil e imprevisible».

Washington no ha tenido más remedio que bendecir el reciente acuerdo de Musharraf con las tribus del norte para retirar de allí a sus tropas por miedo a un golpe interno militar.

Pero la situación que deja ese repliegue del Ejército paquistaní hacia el núcleo del Punjab no es para tirar cohetes. La extensísima frontera de Pakistán con Afganistán queda ahora sin soldados y a merced de los milicianos talibanes y del núcleo de Al Qaida, y todo ello bajo el Gobierno local del MMA, el partido religioso paquistaní.

Ahmed Rashid es implacable en su crítica al general Musharraf. Su política de cesión ante los integristas «ha convertido las Áreas Tribales en el primer Estado de Pakistán regido por la Sharía».

La consecuencia de la decisión de retirar el Ejército -por la suma de bajas, deserciones y malestar en los cuadros- ha envalentonado a los más radicales de la etnia pashtún de todo el oeste.

«Cuarenta o cincuenta millones de patanes pueden volverse talibanes si el MMA vuelve a ganar en el 2007 las elecciones en esa región», pronostica Rashid. Y es que el pragmatismo ha demostrado ser muy mala política cuando se negocia con los fanáticos de Alá.

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